Se denomina ataraxia (del griego ἀταραξία, «ausencia de turbación») a la disposición del ánimo propuesta por Demócrito y desarrollada por los epicúreos, estoicos y escépticos, gracias a la cual una persona, mediante la disminución de la intensidad de pasiones y deseos que puedan alterar el equilibrio mental y corporal, y la fortaleza frente a la adversidad, alcanza dicho equilibrio y finalmente la felicidad, que es el fin de estas tres corrientes filosóficas. La ataraxia es, por tanto, tranquilidad, serenidad e imperturbabilidad en relación con el alma, la razón y los sentimientos. Bajo ese mismo concepto vemos que Epicuro hablaba de la aponía como la ausencia de dolor y que por tanto lograr una parte de la felicidad implicaba evitar el dolor y mantener la tranquilidad. 
Convendría averiguar si esta “ausencia de turbación” podría tener cabida en la sociedad actual o se trata quizá de un término antiguo de imposible restauración en un mundo frágil, disminuido en valores y mercantilizado como este que hemos inventado para intentar lograr la completa felicidad. Epicuro practicaba esta filosofía acomodado a una vida sencilla, modesta y libre de ambiciones y deseos fuera de su alcance natural. Ahí queda.
Ramón Llanes. 28.10.2025
 
 
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