RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 28 de marzo de 2012

DIARIO DE NAVEGANTE. PASIÓN

DE CIRIOS Y SAETAS.


Cuando los palios bailan en escenarios de calle, cuando el velorio desentraña la fugacidad del tiempo, entonces son las horas cómplices de los ritos. Todos los pedestales de dioses en grande y en pequeño transitan asfaltos quemados, unos tras otros, semana y día, entre devoción y saeta.Suben los arrepentidos escaleras de calvario. Y el Dios grande baja a las manos y a los labios primero en la sacristía, luego a cualquier corazón que ofrezca hospitalidad.

Acá los santos muerden remordimientos y aconsejan la semblanza adecuada para cuando llegue una pasión cruenta no entendida. Ellos no se atreven a fumigar con incienso los sitiales de los cofrades, no se lloran, no se amontonan en los retablos pero se ajustan al deber de la santería, cumplen normas de apaciguar y calientan paces con cirios de luna. Es hora, en la sangre de mi tierra, de malvas azucaradas, amarillos fuertes en oro, penitentes, pasos como tabernáculos, hervor de sahumerio, canción de penitencia y súplica de armario.

Para colmo la primavera ha reventado los azahares y los cielos se asoman para olor a terciopelos. Con peinetas acusan seriedad mujeres de ojos abiertos y dejan , incluso ahora, garbo y belleza. La procesión es la majestad del hermano, a ella inclina una labor de presencias para dedicarle estética al “ nadie del capirote” y al nazareno.

El pueblo perdonador no hace especial memoria de la pasión, la hace esplendorosa, sin cuñas de dolor, ajustada ya por los siglos al momento nuevo. Renacer, resucitar más de lo debido, empeñarse con El en su mandato, hacerle guiños al temerario ardor que trae el odio. Así los santos están en la misma fila que las hermandades, les protegen, se protegen entre sí , como sanadores. Semana de Dios, semana del hombre en mi tierra clara, clareada por los placeres en las llevanzas, en las caidas, en las levantadas, en los sudores costaleros con sabor a madera y a barnices de abajo. El pulso y la fuerza son mezclas y los gritos son alabanzas y vítores que para algo se muere y se resucita.

Semana de nacer al palpitar del rezo, con bondad Un Todopoderoso atiende y mima la niña fe de los redentores de mi tierra que son los dioses del asfalto y que hacen genuflexión en cualquier esquina.
Ramón Llanes.

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