RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

domingo, 9 de junio de 2013

PENSANDO MAL.


ALGUNAS PINZAS VERDES EN EL ARMARIO



Se trata de distinguir las cosas; de saber el color exagerado de unas, de asegurar la dureza de otras, de conocer cualidades, - en definitiva-, que nos aseguren su utilidad. Una casa roja no responde al estado de pasión de los propietarios, una camisa blanca no es un signo de pureza, una pinza verde no descubre una esperanza. Otros conceptos como voluntad, ardor, impotencia o rapidez, no tienen cualidad tangible pero evocan distintas sensaciones en nuestro cerebro.
Cuando esa cualidad de las cosas permanece oculta, por muy importante o trascendente que sea, se representa como un beso guardado y queda en una efigie que nunca llegará a convertirse y aparecer al mundo de las utilidades. La custodia de las cosas tiene el sentido de conservación y la debilidad de la falta de uso; dos cualidades al mismo tiempo, una en tono positivo y otra en tono negativo (o quizá las dos en tonos positivos o negativos). Cuando el tiempo domina la voluntad, lo guardado se hace inmune a los deseos, desaparece de las necesidades del placer o se convierten en obsesión para su logro o para su olvido.
Trato de no fortalecer la idea psíquica del miedo a perder algunas cosas importantes y preservarlas con carácter indefinido de la vista o el uso, hasta ocasionarles –a las propias cosas- un desacertado descontrol que las pudre hasta la ineficacia –dicho en el sentido estricto del placer-; porque es evidente que el oro seguirá siendo oro por muy guardado que esté pero habrá perdido su deber de relucir y producir complacencia.
Cuando el dinero alimenta nuestro celo y su conservación se mistifica, se adora y se engrandece, pierde su más completo sentido de interés, dentro de los habituales niveles de eficiencia; aunque en la guarida conserven su valor o incluso lo aumenten. El dinero pervivirá sano si su distribución y utilidad se compaginan con su deber de asistencia e intercambio. Trato de insinuar agnosticismo con respecto a la frivolidad de la posesión por el solo prurito de la estima o reconocimiento social pero me caben muchas dudas sobre mi aserto.


RAMÓN LLANES. 7.6.2013. publicado en digitalextremadura 11.6.2013


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