RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

viernes, 12 de julio de 2013

QUIENES VINIERON A VERTE.


Quienes vinieron a verte


12 julio 2013
Ramón Llanes. El verano se tiñe de encuentros. Y cuando a la tierra madre los tiempos le desgajaron hasta la distancia, la vuelta se convierte en un ritual de venidas, en una misión imposible en el trato de estar y tener a ratos lo que falta en la lejanía. Mirar el líquido paisaje, mar desde la niñez, luego deseo; apropiarse del viñedo, solo en una faena, tropezarse a propósito con la regla del suelo, en trances de mina y refrescarse de sierra, son sensaciones que nunca se trajinan por el olvido.
Volver es pacto de herencia, suministro imprescindible para continuar al futuro. La llamada ingenua de la sangre que trae a casa los espasmos y los besos. Volver es respuesta a la naturaleza, a veces más que a los propios sentimientos. Volver es el indeleble patrimonio del ausente.
En agosto vinieron a verte, tierra; a tocarte, mar; a consolarte, madre; a perderse en quicios y recuerdos por extremos de orillas o eras cansadas, a aburrirse contigo Huelva entera de palio abierto, de sal sobrada, de marinería, de palustres y hendiduras. Vinieron a verte quienes te mantienen serena en la lumbre de la memoria y con salvas de lágrimas te han dedicado tiempo en los atardeceres de otras tierras, ellos vinieron a verte y también los llamados al estero, al olor de la calda mimosa tuya y los que ahorran en el año emociones para traértelas todas y enfangarse contigo en vanidades sin precio y los que te deben el deber de amarte.
En la almohada del encuentro un solo pensar,  sin discusión, la esperanza que la madre ofrece para arrimarse al sueño de la vuelta. Testigo el salmo de entrada, la mirada rota de tanta espera, la voluntad tan presta. Fue mucho irse, para poco volver.
Es ahora campo de encuentros en todas las sombras pardas de las codicias humanas y las rarezas se raspan la piel para  mejor vivirlos que han de amielar la sed del abrazo. Ahora están los ocasos para compartir reflejos y conversar entre los tonos promíscuos que se van por la abertura del horizonte. Es tanteo y cuento, reminiscencia y evocación, pesares de allá y pesares de acá, comuniones de a diario con la sopa, el café, la olla y el gazpacho. Glorias ínfimas, apenas grandes por mucha exageración.
A los que vinieron a verte, nosotros, les damos el gozo de nuestra reliquia de madrugada a anochecer, la que nos previene de nostalgias y nos surte de inmensidades. Les damos razón para otros recuerdos y gracias por volver.

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