BIEN LLEGADO A HUELVA
Nuestra ciudad alegra todo el volumen de su sentimiento y activa su fulgor característico de la alegría cuando es agosto, celebra con arrope solidario, estrena sus mejores galas humanas y conmemora aquella vieja hazaña de la salida de los marineros con Colón hacia el nuevo mundo; y todo ello para realzar las figuras emblemáticas de los descubridores y para ocupar -una vez más-, los sitios que en la historia le pertenecen; sitios de mar, de esteros tranquilos, de incógnitas aún no encontradas; sitios de hombres con sobranzas de respeto y optimismo, sitios de tiempos largos y de torerías y de carabelas y de Rábida y de hospitalidad y de fandangos. Huelva, como sitio de remanso y estancia, estuario preciosista, de puerto y salitre, doncel estético de aguas por las partes que los ríos le corresponden, Conquero y balcón, hada ilustre de inspiración poética.
Quizá hayan llegado a dejar una sola mirada, recorrer la suntuosa pluralidad de estos sueños pequeños de ambrosías querenciosas o quizá se hayan pasado a entender el paisaje lindo y llevarse un poco de verde a otra instancia, o sea que llamaron las fiestas y se oyera un bozarrón limpio y cálido seductor y ardiente; es cierto que a los llegados del lugar que fuere, Huelva ofrecerá la paz usual del mediodía y la ilusión calmosa del atardecer; ofrecerá un camino llano, un horizonte infinito y una mueca de agrado para cada visitante amigo que admita quedarse el rato o la vida.
Esta amada Onuba está siempre dando abrazos y extendiendo manos abiertas a quienes se dignan venirle por los costados y dormirle una nocturnidad con la simbología de la admiración. Esta Onuba tímida es graciosa en el ágora de la plaza, es honesta con sus verdades, es sabia en todos los asertos y se vuelca con los suyos y con los otros y con la felicidad. Esta Onuba completa en referencias engancha y se deja admirar, que aquí estuvieron antes los habitantes de muchos mundos y de aquí nació la idea universal del descubrimiento del mundo nuevo.
Es tiempo del brindis por Huelva, del reconocimiento al valor tallado de su importancia en la genealogía de los ciclos, es tiempo también de abrir de nuevo el alma a los habitantes que la desean, es tiempo de estar presentes en los halagos y parabienes, de cantar a los bien llegados y de enseñarles nuestra forma de querernos.
Ellos no sabrán que a Huelva se llega llorando y de Huelva se sale llorando y deben experimentar, en su estancia, ese enamoramiento y esas pocas ganas de marcharse. Bien llegados a nuestro paraíso.
Ramón Llanes.
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