RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 25 de octubre de 2021

DE CÓMO GESTIONAR LOS BESOS.

 

DE CÓMO GESTIONAR LOS BESOS

 

 

         Puestos a pensar, desde la comisura izquierda del labio de abajo, las sales que provocan los placeres sensuales del beso están formadas de una infinitud de moléculas ricas en azúcares que se reproducen con el contacto entre labios y otorgan una delicada fragancia de bienestar, especies extrañas que circundan la piel hasta imprimirla de todos los sabores exquisitos que caben en la exageración pura de un encuentro llamado beso.

         La gestión de semejante fórmula de placer se lleva a cabo solo con las personas que están configuradas en el más cercano ámbito de intimidad. Las sociedades -avanzadas o no- censuran los contactos tan plácidos y atractivos entre labios de bocas no ajustadas a unos cánones morales o costumbristas por entenderse como formas de posibles transmisiones de enfermedades latentes que se propagan con las glándulas salivarias con probable provocación de infecciones. El beso no ha sido sinónimo de constante transmisión vírica ni figura como acción que la medicina expresamente rechace en evitación de tales trastornos.

         Las reglas del beso son consuetudinarias, exentas de tratados y disciplinas; el beso es un signo inequívoco de afecto, de entrega, de amor -en el mayor de los casos- y está desajustado de las normas para su necesidad. Mas qué dulzor y complicidad produce, qué deleite para quienes se enfrascan en prácticas intensas de su uso. Y el beneficio colateral que deja, en su espiritual órbita, no admite comparaciones con otras opciones de estrechamiento de sentimientos entre personas. El beso es el prototipo del amor, el signo de la pasión.

         Instaurar el impulso de los muchos condimentos positivos que contiene el beso, qué mal endémico o trasnochado ha de traer a esta criatura moderna llamada sociedad actual, qué desorden, qué miseria. Como tener un pasaporte para visitar los mundos, gestionar la utilización del beso en términos menos intimistas, será señal de evolución y avance en la difícil tarea de vivir.


Ramón Llanes.

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