RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

domingo, 28 de enero de 2024

EL VIAJE DE LOS NIÑOS

 EL VIAJE DE LOS NIÑOS.

 

La profesora de baile tiene unos ojos verdes preciosos y un carácter afable y comprensivo; es de fuera, de un pueblo de la costa, su padre no es marinero, sus dos hermanos también son profesores. Hoy, en la clase, nos habló de ellos, nos intentó explicar las cosas de su pueblo, nos hizo un croquis de su calle, nos pintó su casa, nos entretuvo durante largo rato porque faltaron tres niñas y no pudimos realizar el movimiento que habíamos ensayado la semana pasada, aún así, sonó la música, nos colocamos y comenzamos a bailar como siempre. Yo tengo seis años y sé los pasos del tango y de las sevillanas, mi compi también pero Rosa se pierde y se cae algunas veces.

Dijo la profesora que estábamos muy revoltosas y nos prometió, que haríamos un viaje a una ciudad de Portugal y bailaríamos y nos lo pasaríamos bien. Entonces nos pusimos alegres y saltamos y dimos la clase con otra emoción.

Mi madre no comprendió lo del viaje y me hizo poco caso a pesar de tomárselo en serio, como me decía, pero mi padre, aquella noche, me enseñó un mapa de Portugal y fuimos recorriendo con el dedo todas las carreteras hasta llegar a cualquier ciudad. Allí nos llevaron a un hotel, me tocó en la habitación con María y estuvimos hablando casi toda la noche; cuando nos despertó la profesora dimos un brinco enorme y con muchas ganas bajamos al comedor, desayunamos y nos fuimos a pasear por aquella bonita ciudad portuguesa. Las gentes son iguales que nosotros pero caminaban más a prisa, vimos una plaza con una torre muy vieja y una estatua de un poeta que nació allí; el poeta tenía barba, unas gafas pequeñas y un libro en la mano, de su nombre no me acuerdo. Almorzamos junto a la playa en un restaurante llamado “Forcado” y todas las niñas reíamos y nos lo pasábamos de rechupete; y luego al parque donde había flores, muchas flores, y monos y palomas y caballos.

Nadie quiso que terminara el día pero a las nueve era la actuación en el teatro “Pessoa” y nos preparamos para bailar, y bailamos muy bien y nos aplaudieron cuatro veces y nos pidieron que repitiéramos las sevillanas y luego nos regalaron bolsas de chuches y una placa para el colegio.

Por la mañana con lágrimas y tristes nos montamos en el autobús que nos traía a casa y ya no cantábamos en el camino y hasta la señorita tenía los ojos perdidos y en silencio mirando por la ventanilla.

Mi padre seguía dando vueltas con mi dedo por el mapa de Portugal, explicándome lo que sabe de esa tierra y deteniéndose algunos momentos para contarme su experiencia. Aquí una foto, allí comimos, allá no encontrábamos el hotel…y un montón de vivencias, como el decía, que me hicieron feliz.

Cuando entramos en clase, el lunes siguiente, dieciocho de abril, la profesora nos dijo que lo del viaje no era cierto, que solo intentó estimularnos para que bailáramos mejor y nos tomáramos las clases con menos alboroto, quitándole importancia al comentario y continuando el baile como si nada hubiera pasado muy a pesar del delirio roto a mi amiga María que ya tenía las maletas preparadas.

Con toda la tristeza en los ojos le conté a mi madre lo sucedido y sin hacer caso a la profesora le propuse que siguiéramos con la ilusión completa como si al mes siguiente tuviéramos que hacer el viaje a Portugal y así lo hicimos.

 

 

 

 

 

                                             Ramón Llanes 

No hay comentarios:

Publicar un comentario