RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

domingo, 9 de enero de 2011

DEFINICIONES



Yo no soy de esta rueda, compadre, ni de esta envidia; yo no traigo la mano en el bolsillo para negarte mi secreto, he sido esclavo de la espontaneidad y las pasiones; y éstas no te enseñan a ocultar. Yo no soy de esta sangre ni de la prisa ni acaso del reparto de las sobras; soy, eso sí, quien se aprendió a desvivirse y a multiplicar favores en donde quiera que le alzaban la voz o le enseñaran la carencia.
En casa falta de todo y todo rebosa porque el todo solo significa el alcance de la capacidad de cada uno y se inventa lo que se echa de menos; del corazón hacia arriba no es preciso buscar, que a los ojos se encuentra siempre una miaja de esperanza, en la voz un grito, la palabra o un cante, en las manos (aunque parezca que quedan por debajo) el tacto insertado capaz de transmitir sueños y memoria. Y los besos se juntan ahí, corazón en medio para noquear los desencantos. El otro que conoces, compadre, de quien me hablas, no ha dejado huella, no soy yo.
Aquí me tienes, abierto y loco, puños de amistad y necesidad de hombre. Es que te necesito, apostaría largos trechos de vida por ti, aunque en realidad no seas mi compadre y estés con los ojos soñadores que pones a los momentos infinitos, esos que te hacen bajar las gafas hasta las manos y descifrar a la gente con exquisita cordialidad. Tú eres el santo, la seña del sentimiento; yo, amigo, ni una pizca de parecido tengo con lo que me enseñas. Vivimos al lado del puesto, con la balanza inclinada al corazón, con sangre que rebotan las espinas, me lo enseñaste. Y también a memorizar los acontecimientos de tu Osma, me enseñaste. Y a entablar afectos, buscando un hilo para encontrar una madeja, me enseñaste. Y la bondad y las cosas que se escapan de los ojos y la pureza de espíritu, me enseñaste.
A veces, cuando soy indolente, me traes una lágrima y cantamos juntos.



Ramón Llanes. 30.01.05.

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