TROPIEZO
No ví la boca,
no me vio la boca
ni la boca ni yo nos vimos
y tropecé,
caí en los dientes amarillos,
en la lengua sin habla,
me hundieron los cuerpos húmedos,
no sé nadar,
nunca supe nadar.
Ahora
que lo recuerdo
siento la necesidad
de volver a caerme
en aquella boca,
más por ganas
que por placer.
Ramón Llanes
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