RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 25 de enero de 2017

CITA CON LAURA


Este arte inusual de merodear por los sueños no contados de los hombres, permite a un aprendiz de adivino saber de las cosas que se suceden en el amor con tan exacta posibilidad de acierto como si de pronosticar el tiempo se tratara. Es verdad, en un cuaderno no escrito de sucesos no acaecidos suelo observar, sin pudor, las citas amorosas que llenan sus páginas de una pasión atemporal y también, a veces, se empaña de un fugaz desengaño que rastrea las hojas queriendo imponer un inoportuno ritmo.
En tal cuaderno se amontonan besos, citas, promesas, silencios, “te quieros”, y las mil sensaciones que presiden una relación. Parece que alguien tiene previsión exacta de cuanto va a ocurrir, como si viera por un alto telescopio el futuro. Mas siempre no es igual, no siempre el amor acaba en desengaño ni siempre el primer impulso termina en amor. Las consecuencias se saben desde arriba pero son impredecibles para la mayoría de los humanos.
En la hoja de hoy, color ocre pálido, con letras escritas a modo de timidez, se colige con medio gusto a la vulgaridad y medio secreto al desatino, un eslogan que indica: “Cita con Laura”, y una fecha en un calendario rodeado en rojo chillón. Cuenta, –advierto que se trata de hecho aún por suceder– cómo Lucas recibe la consigna letal de acercarse al lugar que la nota indica con completa identificación, para evitar confusiones. Laura se dice menuda, culta, con los ojos tan grandes como un pozo, con la ansiedad por las nubes, generosa y alegre, tierna, serena y sobre todo apasionada. Lucas y Laura no se conocen, viven en la misma órbita generacional y geográfica, pajean por los mismos lugares pero nunca han tenido la suerte de encontrarse siquiera en el mercado.
Ellos no lo saben, no saben que la cita no tendrá lugar, que Lucas no aceptó tan seductora sugerencia. Ellos no conocen de este don protector que el universo otorga con magia a los seres ingrávidos que pululan el espacio celeste en busca de estas emociones; ellos no se encontrarán porque existe un resquicio en la voluntad de Lucas que le hace desconfiar de la cita.
Desde arriba se ven todas las emociones y la distancia no las disminuye, las agranda; se ven desde arriba hasta los sueños más osados, hasta comprender por qué el futuro hace esas filigranas con la realidad para modificar tantos sentimientos.



 Ramón Llanes.


23.3.13

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