RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

martes, 27 de junio de 2017

DONDE HABITA EL OLVIDO


Se ha hecho la olvidanza humana aliada de un tiempo devastador y prepotente, acá por estas tierras con solanas rojas y paredes auríferas, hasta enterrarlas en la conmiseración de la desidia y la dejadez, hasta decrecerla de orden, –mas nunca de belleza–, hasta volverla aprensiva o inútil y hasta caerla a la ingravidez de lo inservible.
Así, todas las tierras nuestras, aquellas de minas que dieran crema de esplendor y progreso, aquella tierra de gloriosa magnitud y riqueza, aquella misma, aparece ahora desnutrida y herida por el tremendo aguijón del olvido. Las estaciones de los ferrocarriles aparentan más que una soledad de inoperancia; los talleres son vagos recuerdos de un pasado imposible de adivinar a través de los residuos; las locomotoras apenas unas pocas se han salvado del descuido; las cortas están ahogadas por el agua grao que el tiempo ha ido llenando; todo el paisaje enseña un hálito de desolación incomprensible que hace caer al alma un polvo de dolor que nadie cura.
Pero aquí, –donde habita el olvido–, las piedras tienen nombres, las paredes tienen su historia, los raíles rotos su gloria tienen, las minas inundadas llevan su vida dentro. El recuerdo es más pretencioso y más solvente que el olvido y quienes se nublaran de nostalgia y quienes perdieran por allí todos los sudores, andan avezados a los barruntos que transmiten las entrañas y ni se pierden un olor, una voz, un suspiro o acaso un miedo pequeño que desde abajo anuncie tiempo de impulsos. En eso andan los viejos sabios de los sitios de minas, a pesar de todo.
 
Ramón Llanes. (SECUENCIAS DEL MÁS ADENTRO)

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