RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 19 de junio de 2017

HISTORIA DE ORTEGA

 
HISTORIA DE ORTEGA


Hizo lo posible por enmendar su plana en un impulso viril después de una cuarentena de años pensativo como la estatua del silencio y se erigió en portavoz de sus propios anhelos, en una mañana hortera, cuando la calle era un hervidero de ausencias y el viento huía como escapado de sus garras. Corto y perezoso se añadió a una manifestación en contra del trabajo y volcó su inercia de sueño en su callada actitud de miedo, otra vez, una vez más, en su desorden de cuajo y flema y volvió al catre cansado del trote. Ortega quiso ser bailarín de una corte, bufón en un tanatorio y músico de campanario pero ninguna de las profesiones le engrasaron con suficiencia su ansiedad. Ortega quiso tener un barco en su bañera, un tren en su mesa y un cortijo en su alcoba pero ninguna de tales pertenencias saciaban su causalidad de existir. Su mundo era demasiado grande para tan pequeños útiles.
El ser y el tener se difuminaban por su notable pensamiento neoliberal, semillero de sus duelos de niñez con el mismísimo futuro, y conspiraban un sinfín de neutrones despistados en su preclara mente hasta conseguirle la falacia de sobrevivir de su cuento.
Desde hace una eternidad se sabe de Ortega lo mínimo. Pudo haber escrito sobre la inadecuación de posesiones materiales o de la felicidad que otorga el asentamiento filosófico en el “ser”, o pudo escribir del desarrollo del ser humano a través de los apoyos constantes en la colectividad e incluso pudo haber escrito un tratado de cómo vivir sin desacomodarse, -sin dar golpe-, pero prefirió la inacción. Su alergia al trasiego de un campo magnético a otro, -léase de la cama a la mesa-, le insulta en exceso su dignidad como hombre y permanece en el sillón de la espera soñando un mundo mejor para sus características, hecho por otros.


Ramón Llanes.

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