RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

domingo, 11 de junio de 2017

NÓMADAS. RELATO



Escucha el relato de Lola Sanabria
Concurso de diarios de viaje de 'Nómadas' 2015

Segundo premio

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28 agosto 2012
Ahora que estoy a punto de llegar, remoloneo y voy lenta en el recorrido de los escasos kilómetros que me separan de mi destino.
Casi un mes. Al principio me costaba seguir las vías. Me pesaba el silencio humano, los trinos melancólicos de los pájaros en retirada por las tardes, el enloquecido sonido de las chicharras a mediodía, el cri cri de los grillos durante las noches. Pero siempre he gozado de la plenitud y grandeza de las acampadas, durmiendo al raso, de cara a la inmensidad de las estrellas.
A dieciocho kilómetros día. Ese era el promedio. Pero conforme pasaba el tiempo, iba bajando la media. Ni calzado adecuado, ni buenos calcetines, han evitado las ampollas y las rozaduras. Y este espantoso calor. Sudo y el sudor atrae a los mosquitos y se pegan a mi piel. A pesar de la crema protectora, me he quemado la piel de los hombros y he desvariado varias veces por algo de insolación. Y sin embargo, qué bello este paraje.
Me pesa la mochila. Me cobijo debajo de una encina. Bebo un trago de agua caliente y como un poco de pan y queso. Descanso un rato, después continúo andando. Sigo el trazado de las vías. Observo el paisaje.
Parece una herida sin sutura de la que mana sangre. A trechos, oscura como de cadáver de muchas horas, otros, con tintadas verdes, de mar profundo. Kilómetros de charcos, bifurcaciones y lavaderos de minerales arrancados por manos y máquinas, donde los insectos se ahogan y la vegetación muere envenenada, seca de vino y sol. Una escalera de hierros paralelos y travesaños rajados orilla el cauce hasta las minas de cráteres gigantes. Y la balsa azul que invita al baño, al trago, a quedarse para siempre, siempre.
Herrumbre y polvo de piedra. Vías muertas donde se oxidan los últimos vagones. Talleres y oficinas de puertas agrietadas y ventanas con cristales como cuchillas que salen de los marcos descascarillados. Radios, botas, máscaras y papeles. Abandono. Tharsis: final de trayecto.
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