ARENA PISADA
Estarás con los ojos puestos
en el único horizonte que te deja la mar, lejano, inalcanzable,
como los deseos, como los sueños;
pero tendrás los pies acariciados de arena húmeda,
en la ola que no se cansa de mojarte,
en el trazo de la brisa.
O tendrás las manos troquelando
una figura surgida de tu entusiasmo,
pero habrás conocido cómo se toca una piel imperfecta.
O tendrás el pensamiento
pendiente de un espasmo
que alerte la consigna de un tiempo
que nace para no perderse.
O estarás en el pico más alto
de una nube sin agua
esperando un resultado de descanso,
pero sabrás que de la nube se cae, a veces.
O irás a las cumbres,
a los roquedos, a las correntías,
a pactar con tu conciencia,
pero la luz la llevarás en los morrales, inquieta y avispada.
Andarás campos, cornisas, planicies,
hasta que todo aquello parezca libertad,
donde el grito tenga siempre la respuesta del eco
y sea impúdico volver.
Allá, donde estén los materiales del universo,
arena pisada, luz soberbia, deseos corrientes,
la vista alargará la tarde
y la tarde se dejará querer si se abraza;
mientras, los huracanes dejados pasarán a la moda antigua, a la
despensa.
Alguien tocará tu espalda anunciando el regreso
y desde entonces lo cotidiano te será mediocre e insulso,
pero no habrás olvidado la complicidad con la arena,
con tu tiempo, contigo.
Ramón Llanes.
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