RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

jueves, 13 de julio de 2017

CONTADOR DE VERSOS


CONTADOR DE VERSOS

 

                Abre el lector la primera inmortalidad del poeta, el verso inmortal que acechaba los gremios escondidos de la memoria, abre el lector la página sensorial de la vida formada por búsquedas y encuentros ante la dolencia de ambas; las letras del poema tienen esa acepción íntima que se escriben con más parte de alma que de pluma y se sostienen en el reto más inmenso de saber entenderse con la tristeza. Verá el lector el paisaje anclado en la querencia, la madre como primigenia razón, los juegos que valieron un tiempo de historias para poder contarlas al hilo de una corpulencia de pensamientos. Todo se ha hecho más grande al pintarlo en el blanco y vestirlo de verso, todo aquello que durmiera significa ahora la fracción más golosa del libro. Abre el poeta su ductilidad, su armonía, todo su canapé de emociones para asentarlos en su horizonte de sueños.

En la generosidad de estos versos leerá el lector las manos del poeta, los ojos tan abiertos del poeta, la soledad tan asomada del poeta; es el renglón multilateral de un poema único que se descifra a través de los rasgos que caracterizan sus creencias en la libre disposición de su vida trasladada desde la génesis a la soberbia, a la osadía, a los pasos utópicos o desde aquella deleitosa amalgama de raíces que forjaran su propia solemnidad. Se ha consumido el aire para soportar los versos escritos y solicitar el amor, la esperanza, la entrega adivinadora del lugar donde se esconden las veleidades, aquella rama última del solsticio, su poema no nacido a la esfera, su preocupación machadiana, sus colores ambiguos que se retratan en la crepitación de un suspiro cualquiera. Se ha ido haciendo poeta en el poema, metáfora en el verso, comprendido en los atardeceres; es el poeta quien ha devenido fuerte para solventar las dudas, es el mismo poeta –con arrojo y coraje- el precursor de sus lances líricos para devolver a la gratitud su admirada bonhomía.

Están contados todos los versos en una lista útil para ser sabidos. Ha germinado esa facultad sana de escribir para uno mismo con la seguridad de saber relacionarse  con la multitud o con una parte aliada del mundo que le ocupa. Al leerle los silencios se le entienden los márgenes o dígase que todo son crepúsculos que vienen a hacerse en la prontitud de una tarde que nunca sabe comenzar. Será para el lector una algarabía de sensaciones distintas y nuevas perfilarse como buceador de las insinuaciones y premuras que el poemario ha sugerido en su clase de melancolías.

 

 

Ramón Llanes. Mayo 2016.

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