RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 29 de agosto de 2018

LA RÍA DE HUELVA

La ría de Huelva


Nuestra Ría conforma también el patrimonio de la ciudad. La ten- emos en nuestro costado, siempre dándonos con la brisa en la cara, siempre arrimando sustento a nuestro bienestar y siendo un elemento material imprescindible para el devenir. Su navegabilidad ha constituido un valor de mucha importancia para la economía y su abundante y rico caladero de pesca ha alimentado durante siglos nuestras bocas. Le aumenta el prestigio su sencilla belleza, el agua le es fiel y las mareas se encargan de crear meandros en su cola hacia Gibraleón y en toda la marisma; la sintonía armoniosa de la Ría con Huelva y con sus habitantes no tiene un límite cerrado, desde sernos útil para el placentero viaje a Punta Umbría hasta formar en ella un puerto de gran dimensión que convierte su vida en un trasiego ininterrumpido de barcos y buques en una actividad fluvial encomiable y constante.
Sin duda esa profusión de movimientos en torno a la Ría ha hecho de la ciudad algo distinto de aquello que fuera o hubiera podido ser sin su asistencia y puesta en valor, casi no se imaginaría esta vieja Onuba sin la influencia de su puerto y de su Odiel convertido en ruta egregia hacia todos los mares, por donde llegaran en tiempos ancestrales cartagineses y romanos a explorar las tierras fértiles y las minas auríferas de nuestro entorno más cercano. Ahí queda, todo escrito en su memoria , todo patente y guardado como un bien protegido por su cualidad y por lo que significa para el conocimiento.
Es la Ría un valor activo que surte de vida a la vida de la población, a los esteros sobrados de fauna y a las excentricidades de los románticos para llevarla a los ojos y a las sentimentalidades del alma; que así se fragua la inmensidad de los entusiasmos porque el agua aliada inyecta a esta solemnidad un embrujo indiscutible para los manifiestos de alabanzas que los humanos, habitantes de aquí y de allá, infieren al paisaje. Y más adelante se juntan los ríos en el estuario del tiempo para continuar su rumbo por las orillas y las aventuras que la historia les predice.

Ramón Llanes. EL CAJÓN DEL SASTRE.

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