Acosta Bizcocho, Alfonsa
Almonte.
MARISMA MADRE EN DOÑANA
Luz del tiempo eterno tú, puro bien que inundas mi alma enamorada cual río caudaloso de formas y colores tuyos, tierra mía y nuestra, Madre de la Marisma hermosa de la hermosa Doñana. A los pies del santuario del Rocío, este otro bendito espacio tuyo del agua de Rocinas entre recios bayuncos, suaves aves, cielos y yeguas de andar juntos, libres en su bullir de luz intacta siempre. Ha concebido tu suavidad mi fuerza y vuelan por mi alma cual pajarillos sueltos tu universo y el mío.
Por ti tierra Madre un sol de crines a su aire chispea. Yeguas de raza marismeña paladean la dulce hierba de tus zonas verdecidas. Andan sobre las aguas de tu laguna grande rayos de sol que no rompen la planicie de su espejo. De ti se nutren los flamencos que guardan en sus alas pinceladas rosas cárdenos de tardes anchurosas. Vuelan ante mis ojos jaspeados ibis tuyos, la garza real, y malvasías que a la postre desaparecen tras matas de bayuncos. En la alta espadaña del santuario de la Virgen del Rocío tu hora nueva suena. La nueva luz recién parida es potrillo que hunde su cabeza entre el vientre y la nalga de una robusta yegua y de sus ubres mama. ¡Cuánto corazón les das a tus criaturas!. Cuánto espíritu noble en quienes son de ti, como ellos, amigos yegüerizos de Almonte que a ti vuelven año a año, siglo a siglo. Pañuelos en el cuello y en las manos chivatas. En su mirar tu brillo, la lejana Retuerta, la verde Marismilla, Marilópez, cancelas, almajares y lucios, Martinazo, la Vera, centenarios parajes cabalgan tras sus yeguas. Va con ellos tu alma. Tu luz y tu grandeza.
De la Antología HUELVA ES VERSO.
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