DE LO TENIDO, DE LO DEBIDO
He de hacer el inventario general de
vida, he de conocer los amigos que me quedan, los abrazos que debo; he de
formatear la lista de los agobios, restaurar los sentimientos -que acaso se
dolieron, que acaso se olvidaron-, conspirar en el papel contra todo aquello
que desee sea causa de desprendimiento, he de valorar todo cuanto ha merecido
formar parte de mi patrimonio y de hacer cuentas de todo aquello que aún falta
por cumplir.
Que de lo tenido no se llene el
cuaderno de intereses y monedas, que de lo debido no sea grande la página; que
de lo tenido sobresalgan los recuerdos, las pasiones, el entusiasmo, la verdad;
que de lo debido estén también en el apunte las acciones en contra y una
consigna para tener plena insatisfacción y dotación presupuestaria para el
desagravio. Que de lo tenido se junten los nombres de quienes pusieron gotas de
amor y a quienes tuviera afectados extensamente con la estima. Que de lo debido
no vengan a cobrar su parte con la misión de diezmo intrépido y sí con la
obligación de exigir.
Que no haya de ser un pulso a la
existencia con tal de saldar la cuenta de los desequilibrios, las locuras y las
rebeldías; que no sumen más los éxitos que los fracasos, que se escriban en
rojo las pérdidas de amistad, valores y pequeñas cosas; que no se haga
imposible reconocer errores y figuren los nombres de los momentos de envidia,
codicia y arrogancia, no para el castigo y sí para la corrección; que al tener
se le otorgue la prueba de la entrega, que al deber se le note la dosis de
tolerancia.
Lo tenido fue causa de una constante
premura por la complacencia, desde la constancia a la lucha, desde la realidad
a lo imposible. Lo tenido no ha perdido vigencia, lo debido no es una
asignatura pendiente. El libro quedará escrito, -no emborronado-, en el orden
de los sueños, como un listín de memorias que convierta cada renglón en un
emocionante canto a la vida.
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