ADICTOS A LA CODICIA.
Llaman a la puerta quienes prevén un diario festín de riqueza e interviene en un fondo íntimo de tales seres humanos el sentido más impropio en las relaciones colectivas y se instauran en la codicia como afición, luego como oficio y como arte después; son los que han perdido el tiempo que la sociedad les pagó para gobernar y se prestaron voluntarios a mejorar el sistema. Ahora saben que nunca supieron ejercer de honestos, que gastaron la vida persiguiendo bienes ajenos y se olvidaron de legislar para la plebe.
Y desordenaron la vida colectiva de toda una nación y se columpiaron en las entrañas de cada ciudadano y se jactaron de la heroicidad que les supuso saber entrar en el sitio adecuado a la hora perfecta y derrumbaron nuestras ilusiones y se mofaron del elector y fueron cambiando las reglas del juego a sus beneficios y nos sortearon en el debate no apareciendo o silenciando sus vergüenzas y hoy son más ricos y han trabajado poco por la causa y muchos no están ni siquiera imputados por tales fechorías y quienes duermen entre rejas vagarán pronto por los bulevares saludando ufanos y siendo bien recibidos en las tertulias y siempre existirá un hueco desaprovecha y crónico en todo aquello que debieron hacer de bien y nunca hicieron y eso nos retrasará en la evolución necesaria de la sociedad y cuando llegue el instante de reciclar nos venderán el mismo producto con un color distinto, unas frases espectaculares y unas promesas ficticias y nos acercaremos a la urna con el pañal del miedo y quienes nos desordenaron el sentimiento levantarán los dedos victoriosos para más burla de los sufridores. Y todo será igual sin apenas una pizca de razón.
Ramón Llanes
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