RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

domingo, 6 de abril de 2025

LA PRIMAVERA


 

FANDANGO. ACASO


 

FANDANGO. AHORA


 

MECACHIS

MECACHIS



Mecachis es una expresión incorporada al lenguaje por el uso habitual en un tiempo, en una región o en todo un amplio territorio, y por tal condición la Academia entendió que debía estar en las páginas del Diccionario con el mismo honor que cualquier otra. Es un eufemismo y viene a darle significado escueto a una extrañeza o contrariedad como “mecachis, está lloviendo” o “mecachis en la mar” o también para decir de un rechazo hacia una persona o cosa o hacia uno mismo como “mecachis en mi suerte”. Ya es una palabra que se mueve por los entornos libres de nuestro rico vocabulario. Ahí queda.



Ramón Llanes. 6.4.25

DISTURBIOS DE OCASIÓN



DISTURBIOS DE OCASIÓN


Sigo despierto,

mi hábito de vivir me lo impone

e incluso en el hastío sobrevivo como héroe

de mi propia voluntad.

No sé por qué me auto- condeno

y vuelvo a combinar mi conciencia en adversidades;

olvido el tramo oscuro,

la pasión que ellos no le imprimen a la tarea de caminar;

vuelvo a olvidar que existen en la insidia quienes no deberían existir,

me solapo en el desaire de un estrado insulso

y voy a la cárcel a leer poemas de libertad.

Tengo el pensamiento para un reciclaje

pero ando perdido en mi contrato de temporalidad con esta vida

y me siento incapaz de buscarle un título honroso a mis deseos.

No estoy triste, la tristeza es otra cosa;

la tristeza es una pus sin palabras.





Rllanes.

viernes, 4 de abril de 2025

LA SOLUCIÓN DE LO ABSURDO

LA SOLUCIÓN DE LO ABSURDO



El Pleno aprobó el último Presupuesto del verano, justo tres días después de la desaparición del caniche del alcalde y la discusión no tuvo síntomas de bullas, ni insultos, ni semi-agresiones, como venía siendo habitual entre los del grupo mixto, que reivindicaban aumento de sueldo para las limpiadoras, y los sucedáneos que hablaban de restricciones y alcantarillas. Cogió a contrapelo el ánimo del alcalde y no se supo sujetar su lagrimita por lo del can blanco perdido. Y los humos se disiparon sin aparecer, con una mentalidad de sosiego impropia de concejales tan valerosos y antidemócratas, pero aquel día sonó la risa en la sala capitular, más por la exigua importancia de los temas tratados que por el sofoco del primer edil.

De palmada en palmada dejaron limpia de polilla, es un decir, la silla estilo luisquince ocupada momentos antes y el silencio se apoderó de la estancia solemne. Era miércoles y el sol tenía ropaje de furia. El último ujier recogió las botellas vacías de agua y con la misma sorpresa que un amante descubierto, se resignó a la triste evidencia de un Pleno distendido y soso. Él perseguía la comidilla para luego tener algo que contar en casa y, por supuesto, en la taberna del barrio. Calificó la escena con malhumor, frunciendo un ceño desgastado, cerró la puerta sin cuidado y se irguió en reverencia saludando el busto de un alcalde del 36 que presidía la antesala del gran salón.

La prensa sensacionalista, la deportiva, la hoja parroquial, que salió ese día, el programa de actos de la fiesta del verano y todas las demás, o sea el único periódico local, se hicieron eco de tan irreparable pérdida y ofrecieron buena gratificación al ciudadano que tuviera la suerte de encontrar al caniche, que respondía al nombre de un licor de menta; una especie de consultorio público y llamamiento de fagina para devolverle el preciado animal a tan apreciado alcalde.

Justo cuatro horas antes del inicio del madrugador Pleno, a las 12, comparecía un municipal de corte inglés, rojizo, bonachón y con cara de jubilado en la puerta de caoba del despacho principal portando entre sollozos al perrillo travieso que se encontró en una correría de plazoleta porque tal vez llevara años sin conocer las excelencias de la convivencia canina aunque le sobraran los mimos institucionales. Apareció y allí se formó un guirigay de impaciencia y salmos de aleluyas acorde con la importancia del hallazgo.

El Pleno transcurrió por los cauces normales, sucediéndose una pelea tras otra, insultos de los de antes, conflictos incluso entre miembros del mismo partido, desavenencias, golpes en la mesa y vocerío, conformando, como debe ser el morbo inquieto y socarrón del pobre ujier. Ese día se frotó los ojos como siempre y se juró llegar a la taberna cuanto antes.




Ramón Llanes.

jueves, 3 de abril de 2025

BAJO LA LLUVIA

 BAJO LA LLUVIA

 

 

         Naturaleza convulsa, fingiendo un invierno tórrido en abril, se dejó llorar a lágrima abierta por los roquedos y las avenidas hasta sobrar agua y anegar campos solitarios, asfaltos y vergeles; se enfureció por osadía y comenzó a llover y llover sin otro sentido que cumplir con su primigenia ceremonia.

         En la mañana viva el chorreón caía con desmayo desde donde siempre pero con más ansiedad y sorprendió a quienes intentaban desunir sueño  de realidad y a quienes solo deseaban incorporarse a la dinámica de los quehaceres. Y llovía sin prisas cuando alguien del entorno paseaba con calma bajo la lluvia, con el sonrojo de unos y la creencia de estupidez de todos. Dibujaba en el paisaje urbano una figura atrevida y tierna, se mojaba a conciencia, no aligeraba el paso y reía a quienes le miraban sin llamarle loco.

         Pudo ser un aficionado al sosiego o un poeta estremecido que buscara rimas en la adversidad o un enamorado ahíto de sufragios de besos pretendiendo un imposible olvido o una mujer que solicitara la atención debida a sus necesidades o una novia dejada desvestida de sueños en el altar o una prostituta que volviera a casa después de su tarea o un pescador que calculara mal los tiempos o un vigilante que perdiera su hora o un penitente que anunciara la próxima pascua o un borracho avergonzado o simplemente un ser humano cargado de soledad o un hedonista que quisiera sentir el inmenso placer de dejarse mojar en un día cualquiera e insólito por la lluvia frágil; o tú, que esperabas.

 

 

         Ramón Llanes