ROCIEROS
Ya vas
cumpliendo tu sueño. Has montado en la carreta, el aire te echa soplos en las
sienes, entonas aquella vieja sevillana que aprendiste, te has puesto traje
corto y sombrero, tienes, se te nota, un semblante distinto como nuevo o sacado
de tus entrañas. Te he visto, todos te hemos visto paseando tu elegancia por
entre los adoquines. Vas realzando la belleza y brindo por ti con esta copa de amistad que no tenemos o que
sí tenemos.
Te he visto también a ti, romero de caballo y espuelas. Vas
alegre desde la sonrisa y engalanas el pastel de las calles, me gusta tu grupa
llena de colores, te llevas a los caminos de arena el compromiso de la fe y la
diversión. Ayer me dijiste que amas a tus gentes, a tus compañeros de casa por
unos días, que amas a los que se entienden, como tú, en la copla y el
cansancio, me dijiste. Te miro y me pareces otro y brindo por ti con el abrazo
que quizá nunca nos dimos.
Y a ti peregrino de vara y zapatillas que enlazas el día
con las estrellas de la noche y bebes de la ansiedad en un sendero que no tiene
fin. A ti, gitana de ocasión que te has puesto más preciosa que nunca y te
distingues en la sencillez de la luz con castañuelas de risas, y te enredas con
la flor y tus miradas se pierden entre los volantes y tu voluntad se hace
creencia entre los salmos que te inspiran el ambiente.
También a ti, rociero de miradas, te he visto soportando
el pesar de la espera en los nidos de la ausencia porque no te vas. Te he visto
inquieto y sobrecogido por los lances del gentío cuando todo se dirige a la
ermita y tú te quedas con un premio de consolación que es tu pensamiento.
También por ti brindo a copa llena por las veces que llegaste.
A un sueño sin hacer y sin memoria, rociero de nunca,
precusor de otras estampas, a ti que no vas, que no sientes, que nunca serás
casco, cante, convivencia o romero. También a ti te he visto en las ropas del
camino, vagar sin entender. Y también por ti brindo con las manos abiertas
porque todos somos un poco de todo y tú no eres la excepción.
Reza, rociero, o canta o llora o grita, por quienes
llegan y por quienes se quedan. Reza si puedes, si sabes, si amas, con la
oración de los peregrinos que siempre tienen una razón. Y haz el camino a tu
forma, verás que parece la vida.
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