RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 18 de junio de 2014

EN MEMORIA DE MI AMIGO CARLOS CAÑADA


EN MEMORIA DE MI AMIGO CARLOS CAÑADA


Desconozco quien desordena la vida y quien le pone prisas al dolor; desconozco mis limitaciones para evitar las heridas, el sufrimiento, las lágrimas y los desconsuelos y hasta desconozco cuándo se abren estas puertas amargas de la eternidad. Mi amigo Carlos Cañada con quien he compartido carcajadas y vivencias, dejó de respirar esta noche y se fue con la dignidad que eligen los buenos: despidiéndose de su hijo y quemando su último hálito con una voz serena y honorable.
Todos quienes le hemos conocido lamentaremos esta pérdida porque Carlos era nuestro, y estaba sembrado, desde hace una inmensidad de tiempo, en el jardín de las piedras de la tierra a la que amaba, de su querido Tharsis. Todos somos parte de su sueño de hombre exquisito y de su realidad de ser humano a recordar siempre. Tenía ya los ochenta y nueve pero aún barajaba ilusiones y se aferraba a su alta materia de huesos que le sostenía erguido.
Y aún, con la genialidad de un sabio, cuidaba con la amistad los placeres que le pedían el alma. ¡Qué practicante de las motivaciones, los estímulos y la lealtad!, ¡qué hombre tan especialmente honesto!.
No deja huérfanos solo a sus hijos, deja orfandad en un pueblo entero, en las cortas profundas, en los roquedos, en las tardes de estío y en los ojos tristes de quienes le amamos. ¡Ay, si pudiera saber que le hemos puesto llanto a la noche, por su muerte!, ¡ay, si comprendiera ahora nuestro epitafio eterno de respeto!. Se durmió pero está despierto en nuestra memoria con todo su grandeza. Gracias, amigo Carlos, por haber existido.


Ramón Llanes 18.6.14.

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