Recortes
Ahora, todos cuantos fueron el obstáculo de la calle, calificando como malvadas y perversas las posturas del gobierno, habrán de reconocer públicamente su error. No pudieron adivinar que las medidas propuestas y llevadas a cabo, los recortes presupuestarios en derechos y valores, los principios expuestos como premisas para la salvación de la patria y las mil hazañas realizadas con honor dieran un resultado tan positivo y eficaz. Nunca hubieran pensado que el empeño en devolver a este país todo lo perdido en la etapa socialista concluyera trayendo este maravilloso bienestar solo sustentado en una gestión correcta con esfuerzo inaudito y renuncia al confort individual de cada uno de sus miembros. Se ha conseguido para vergüenza y escarnio de los oponentes y para bien general. Es cierto que quedan cosas por hacer pero la obra está terminada; este país vuelve a tener cédula de habitabilidad.
Ha sido fácil elaborar críticas, apoyar manifestaciones y enfurecer a los militantes de la izquierda en contra de un proyecto hábil y perfecto elaborado desde un conocimiento adecuado de los sistemas para alcanzar las más altas cotas de nivel de agrado social e incluso de felicidad, que se nota en cada ciudad y en cada pueblo y que constituyen los mejores niveles de conformidad escritos hasta ahora en las páginas de nuestra historia. Tendrán que reconocer ahora el éxito, tendrán que modular sus demagogias y tendrán que cortarse la parte más dañina de sus lenguas. Ahí está España, con notoriedad en el mundo, calificada como modelo de una política económica de genialidad.
Todo ha vuelto a la normalidad tanto en cifras mínimas de desempleo como en la tutela a los más desfavorecidos. Aquellos corruptos que tanto mal hicieran duermen sueños oscuros con el reproche más horrendo; los derechos tan perdidos y vindicados han vuelto a su lugar de origen, la deuda pública es un mal recuerdo, el trabajo es una realidad, todos los jóvenes que emigraron ocupan sus puestos en esta dinámica actual perfectamente estructurada. La vida, ahora, tiene otro sentido.
Quienes se opusieron a seguir las tendencias y las fórmulas de los mercados en perjuicio de los ciudadanos y quienes protestaron contra el apoyo institucional a la banca y quienes no prestaron su conformidad con las invasiones militares en otros países y quienes votaron en contra de la política restrictiva en inversiones, todos esos, todos los habitantes maltratados por una legislación miope, partidista y cruda, todos, todos, permanecen aún sorprendidos de la soberbia, la altivez y la displicencia de estos aprovechados y desconocen cuántas palabras son necesarias para evitar un desahucio y cuánto de tiempo precisa una mentira para degradarse.
Ramón Llanes en Huelvahoy.com