RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 5 de noviembre de 2014

UN DÍA EN LA CÁRCEL

Circunstancias literarias hicieron que visitáramos la cárcel un día cualquiera de un mes como otros, a fin de compartir versos con quienes habían roto algunos esquemas o quienes no se conformaron solo con su parte de libertad. Abrir los ojos allí es una deliciosa sorpresa. La cárcel es un lugar anexo a la ciudad, con personas normales que cuidan el jardín, asisten a la clase de lengua, trabajan en la carpintería, están en la biblioteca, miran con desgana o con bondad, piden ayuda, hablan de fútbol o te enseñan su colección de sueños. La cárcel es una calle más de la vida repleta de inquietudes y expuesta a las inclemencias del tiempo y de la verdad.
Como aquí -a este lado del muro-, hombres y mujeres se juegan los pensamientos y las soledades, se alegran y sonríen, se abrazan y se aman. Pero todo es menos efímero o quizá más intenso. La cárcel enseña lo mismo que la vida, la sociedad continúa por aquellos pasillos largos y aquellas largas ausencias y se irrita igual que en el mercado o en la cola del banco. Y quienes habitan los módulos del encierro y permanecen el tiempo de condena hasta su regeneración, se hacen cada día las mismas preguntas que los que habitamos, por ahora, los bloques de la avenida sur de la ciudad abierta.
El tiempo, sin embargo, no es igual. El tiempo tiene ese olor a rancio que producen los extensos sofocos de la incertidumbre y tiene a la vez un luto insistente que quema a diario una célula de esperanza y la va mordiendo con desespero en una templanza de horas y en un cajón oscuro de silencios sospechosos. El tiempo no es allí guardián del futuro sino verdugo del pasado y sus ocupantes son los reflejos en el estanque de la sociedad que se intenta salvaguardar de ellos mismos.
Al finalizar el día, después de lecturas, conversaciones, charlas y convivencia, salimos con otra definición en los ojos, nos miramos perplejos y dimos gracias a quien nos había llevado. Fue lógica la experiencia, nosotros no éramos los presos.

Ramón Llanes en diariodehuelva.es. 5.11.2014

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