RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

jueves, 5 de marzo de 2015

LA QUE SE AVECINA


LA QUE SE AVECINA



No se consigue un especial acomodo o adaptación a los sistemas que imponen insistentes y continuas elecciones para la formación de los grupos que han de regir el entramado del poder. Los electores se creen en la obligación de participar, se esfuerzan por cumplir con sus deberes sociales, se mentalizan a ser copartícipes de algo tan importante como elegir a sus propios gestores, a los mandos que dirigirán sus vidas durante un buen período de tiempo, sin embargo esta seducción no acapara pasiones, no conmueve lo suficiente; las fórmulas democráticas – que indudablemente pueden ser las más adecuadas y justas para la formación de los órganos de poder, acaso sin discusión- no han respondido fielmente a sus principios y existe un desánimo general por los comicios, por no indicar repulsa, tedio, malestar y rechazo.
Ahora estamos en un ciclo de hartazgo, se nos vienen encima propuestas para elegir desde todas las instancias, las de arriba, las comunitarias, las municipales y ello además de constituir un claro insulto al ciudadano le supone un desgaste económico -por la dotación a cada partido, la publicidad, los mítines, la imprenta, las comidas, etc- que se echa sin reparos a los hombros personales de los sufridores del sótano -nosotros- por la teoría del bien para la patria y para el estado. Son milongas de pasillo que se inventan demagogos sin estilo. El elector, mientras tanto, se adapta a condicionar su vida al sistema cuando debería ser exactamente al revés.
El empleo de todo este gasto en inversiones, sanidad, cultura, servicios, sería aceptado; que los partidos, a través de las cuotas de sus afiliados, se autofinanciaran; que los mítines se hicieran por las redes, sin gastos para el ciudadano ni para el estado, que los medios no coparan la información a ofrecer solo con las propuestas políticas (la mayor de las veces insulsas, faltas de contenido y desvergonzadas), que se crearan tiempos concretos para los adeptos a los programas y a los debates, sin alterar las programaciones; que la vida fuera igual, que los candidatos fueran iguales, que no se pusieran antifaces de bondad, que no se permitieran candidatos sin ética, que primaran otros conceptos de compromiso, lealtad, trabajo, responsabilidad, decencia, para entrar en la lista de elegidos. No sería imposible y sería más correcto.
Ha pasado mucho tiempo desde que nos metimos en esta utopía y la democracia no ha evolucionado favorablemente, ha sufrido constantes agresiones y menosprecios; nos pusimos a elegir a quienes deberían salvarnos y nos tuvimos que dedicar a defendernos de ellos -otra vez al revés- porque nos engañaron en todo y nos traicionaron y nos arruinaron la vida y la conciencia. Y ahora nos vuelven a pedir el voto como si nada hubiera pasado y nosotros pasaremos la página, sin recuerdos, y pondremos sus nombres en nuestra ideología con toda la ingenuidad y confianza, quizá convencidos de un nuevo engaño.



Ramón Llanes. 3.3.2015
en DIGITALEXTREMADURA.COM

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