¡Qué aventura!
No te resulta difícil entender la sugestión emocional de la aventura, no te has perdido en los márgenes, has llegado al primer afecto; quizá estés en la alegoría de tu tiempo alegrando tus músculos o compaginando salud con metafísica pura, quizá nos encontremos en el primer escalón del entusiasmo. Nos vimos emparejando palabras al tropel, tú escribías de la noche y te salió un alba pálido con agujeros en los colores primeros de aquella amanecida de excelencia.
Has oído la primera canción, -otra vez-, porque te trae un recuerdo inaudito y te acerca a una nostalgia buscada, has puesto los sentimientos desbrozados en el cubil de tu ensoñación, te has vuelto romántico, has pensado descubrir qué se esconde detrás de tu insomnio, qué rara cuerda te ata a la melancolía y cuántos son los mundos que quieres admitir en tu voluntad. Y esta ha sido tu apasionante aventura de hoy, lo ínfimo de pensar en tí, lo grande de acercarte a tí, lo extraordinario de cobijarte en tus vericuetos de hombre y en tu verdad intacta. Y te ha quedado tiempo para otra aventura. Has pensado que lo hecho ya tuvo su alma y te empujas al próximo trazo, ese que despertará la pasión en la aventura del vivir.
Habrás pensado en los clásicos, te irás en el rastreo del conocimiento acercando a los poetas que nos enseñaron a comprender las caricias y a recitarlas, te irás a la virtuosidad de los dioses que engrandecieron la mitología y escribirás tu odisea, tu eneida nueva, escribirás del pronóstico que sabes y de las cárceles que te indignaron; te irás sabiendo que cada instante es una aventura y que te empeñas en construirlas a tu único placer, aunque nadie la entienda, aunque se difumine en la próxima luz, te irás al cómputo versificado de tí mismo a rellenar endecasílabos con los sueños y entablar amistad íntima con la diversidad de las pasiones, siempre tus pasiones, tus pasiones de aventuras pequeñas que se fortalecen en el diseño y se magnifican en la escena.
Qué aventura más sabia que saberte, encontrarás en las silentes líneas del pensamiento y qué te hará germinar más corpulencia amorosa para tu forja humana. Es la aventura, me dices, la glosa frenética que te conduce a los momentos útiles de tu espiritualidad y tus sensualidades, es la aventura una clave que te conmina a digerir el alimento del alma. Has premiado mi tarde de recreo con tus agallas de aventura, sin apenas moverte del alba encontrado, ¡qué aventura!.
 
Ramón Llanes en HUELVAHOY.COM

Sobre el Autor

Ramón Llanes Domínguez