RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 19 de octubre de 2015

RECIÉN DIVORCIADOS


El alba había estrenado un día quieto y las pausas de las claridades iluminaban ese contratiempo que a veces la vida le pone al amor; ambos sellaron el pacto con una sonrisa, se besaron como siempre, cerraron las puertas de la memoria común e izaron, con deshonor, la bandera de la supuesta e imperativa libertad. Se divorciaban después de nueve años de completo entendimiento, de fracasos de sueños, de soledades extrañas y de muchas ternuras dejadas en la piel; el tiempo había roto el nivel de tolerancia imprescindible para seguir entendiéndose desde el visor inequívoco del respeto, nadie avisó del acontecimiento ni se vendió en exclusiva a la más avispada revista del corazón, son gente corriente, gente con proyectos desbancados y con hipoteca hasta los ojos pero apareció un día la desazón del final de la tarea y el despertador no tuvo que volver a sonar a las seis y media y la taza de café se enfrió en la cocina. Ambos perdieron en un rato no solo la ilusión del trabajo sino la idea de vivir.

            La casa es un desahucio de recuerdos, los niños encuentran hogar con los abuelos, la ciudad les sirve ahora para aprender en la calle cómo se cuela en el alma la tristeza. Son dos seres capacitados, inteligentes, clase media joven, desprovistos de soberbia, con ciertas influencias en su entorno, enraizados en una sociedad donde es imposible sobrevivir sin hipoteca y donde se impone como norma la aceptación de todos los esquemas que están ordenados por el sistema. No fueron capaces de cambiar los puntos de interés ni de convencer al prestamista para alcanzar otras formas de negocio, el daño estaba hecho, las cuotas impagadas superaban cifras de imposible reparación con las prestaciones de desempleo. Estaban en el túnel más oscuro y no encontraban ni luz ni salida, la valentía de soñar con un bienestar mejor y aspirar al progreso de familia les había desordenado su mundo y había partido en dos la única tarta que compartían.

            Los índices de felicidad que se escriben en las estadísticas para atemorizar a los humanos no han ocupado renglón alguno para explicar esta pérdida, hasta los mismos números han ignorado el malestar que el sistema ha ocasionado a dos jóvenes cualquiera de una ciudad patrimonial que encenderá sus luces en Navidad para celebrar algo distinto a la pena de ellos. ¿Tendrá la felicidad una relación directa con la hipoteca?. Para huir.


Ramón Llanes
DIGITALEXTREMADURA.COM

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