RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 28 de octubre de 2015

VICIOS DEL PODER


VICIOS DEL PODER



Más que una simple reflexión mañanera este asunto relacionado con los vicios del poder ha de requerir un estudio empírico que sea capaz de aportar resultados de posible aplicación en nuestra vida general al menos para corregir sus consecuencias negativas que tanto daño vienen haciendo a la sociedad. Mucho sobre ello se ha escrito y amplio es el estudio que lo refiere y como tal siempre inspira una opinión a veces no para apuntar soluciones sino para plasmar una realidad que interesa.
Incluso sin albergar optimismo sobre su idoneidad en esta esfera del debate o a estas horas del tiempo democrático ya vivido donde se presume de madurez, incluso así, convinimos en tocar levemente acaso una línea que es consustancial con todas las prácticas del poder que luego acaban en vicio a través del abuso. El poder como regla omnímoda en primer lugar y el poder como extensión abierta en segundo lugar. La ostentación de todo poder, la unificación del poder único en un ser o una institución y la capacidad para conseguir ese poder ha sido, en cualquier sistema, una manera casi genética de abuso. El mando y sus capacidades de holgura son ejemplares cuando tienen sus propios límites, cuando no es tan fácil su ejercicio o existe lícitamente la posibilidad de imponer exigencias por su incumplimiento, cuando por encima de la necesidad de una determinada aplicación de mandato convenga la norma predecir sus consecuencias positivas o nefastas para consentir la orden o reprocharla.
El segundo aspecto del poder que como tal vicio apuntamos se acuña en la figura del término “democracia” entendido como la consignación del poder más allá de las instituciones y ampliado a cada una de las personas adscritas al menos un ápice a sus resortes o involucradas por el sistema en la toma de decisiones. Esa fórmula del poder abierto desde donde se reparte en todas las direcciones ha permitido un desenfoque de la teoría democrática del poder, consintiendo arbitrariedades absurdas y dañinas que han viciado organizaciones con cuotas de capacidad para decidir. Es nuestra sociedad particular un fiel ejemplo de esta felonía.
No es un análisis somero ni exhaustivo como para definir conclusiones pero no debería ser tan seductor el poder ni tener un arraigo de tanta fuerza su implantación en un ser humano o incluso debería ser objeto de rechazo social más acentuado su abuso, en evitación de los acomodos y ostentaciones que produce. En esta órbita quizá se pueda aseverar que los vicios del poder hacen que sea imperfecta la forma de gobierno llamada democracia y estemos sometidos y aguantando sus espúmeas maledicencias.


Ramón Llanes. 28 octubre 2015
Diariodehuelva.es

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