EL PUENTE
Sé que
hay días en los que es mejor no salir de casa; no es el caso. Salí a dar una
vuelta desde Zalamea a Calañas pero me quedé a medio camino, en el puente sobre
el río Odiel.
Qué
alegría dejarse llevar durante horas viendo cómo pasa el agua camino de
Gibraleón y después hacia Huelva. Pasan lentamente ramas de árboles que hace
poco estaban vivas, y plásticos y botellas de todo tipo, que habrán servido,
quiero creer, para algo más que para ensuciar el río y el mar, la mar.
El mar
de Zalamea es ese lago que se forma bajo el puente de cinco ojos en el límite
con Calañas, donde sueño con la mar abierta de Punta Umbría. Había escampado
por la noche, y el sol dejaba ya su suave luz sobre mi espalda. Ayer hubo
relámpagos y truenos espantosos, cayó con generosidad la hermosa lluvia que
tanto se hacía esperar.
Prefiero
mil veces que llueva, aunque haga frío, a que el tórrido verano seque mi ribera
de El Villar, el Odiel, el Tinto… y deje los campos secos como los encinares,
que mueren sin saber por qué.
El
sosiego ha llegado, oigo solo el croar de las ranas y el canto de los
pajarillos. En esos momentos me fijo en los riscos que sobresalen del fondo de
la madre tierra, y me parece estar
viendo mi propia vida reflejada en las aguas apacibles, cuando de niño
me bañaba por aquí sin saber lo que era el mar.
Yo no
soy de mar, solo quiero mirarlo desde la orilla, oír el batir de las olas y
caminar sobre la arena dorada en días como éste, en los que el sol nos abandona
para calentar otros lugares lejanos. Tengo la impresión de que cuando se ponga
el sol más allá del Alentejo portugués, rumbo a nuestra maltratada América del
Sur, la tenue luz de la luna sabrá mezclar cantos de sirenas y susurros de amor
sobre este puente de cinco ojos sobre río Odiel.
Vicente
Toti (Fallecido el 17 marzo 2019)
Zalamea
la Real
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