RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 11 de septiembre de 2013

EL CONSTANTE EJERCICIO DE LA IDENTIDAD


EL CONSTANTE EJERCICIO DE LA IDENTIDAD.


Viene a propósito del día de Extremadura, que nos trae no pocas reflexiones sobre el contenido de la identidad personal y colectiva y sobre su ejercicio constante antes y después del ocho de septiembre. Todos los extremeños sienten en las entrañas el orgullo genético de serlo, todos se aferran al lugar de nacimiento o vivencia como una filosofía de desarrollo en los acontecimientos mundanos y emotivos que precisan de pronunciamiento sobre identidad. Nadie se atreverá a recriminar defectos a la tierra madre. El deber consiste en la defensa cotidiana de la marca, del éxtasis primigenio, del mandato no escrito que convierte en nuestro interior a nuestra tierra como la más amada. No importa que sea grande o bella o acogedora, es, sencillamente, la nuestra y con ella transitamos la vida sin despegarnos ni desposeernos del sentimiento de vanagloria.
Estos principios de defensa, halago y devoción, no se queman en un resuello de ironía ni se pierden en un olvido cualquiera, la fuerte trama de “ser” conlleva una dosis inequívoca e insaciable de aceptación.
Sucede, a veces, que la identidad se convierte en un vicio y que el ejercicio de esa posición identitaria no es constante. Se observan dejaciones colectivas de los valores que ofenden a la tierra. El concepto se confunde con la posición económica o política, se equivoca la vocación, se difumina esa identidad de cada cual a base de fracasos de un grosor inferior al respeto. No es importante, en este entender, que los vientos vayan o se queden, que las elecciones se pierdan o se ganen, que el empleo sea un proscrito, no importa; importa la lealtad colectiva a la identidad, siempre, dentro de todos los signos, de todos los parámetros, dentro incluso de los propios gustos de elección personal. La identidad es la clave del espacio amoroso de un pueblo, de una comunidad, de un país, incluso de un hogar. Ser extremeño, ahora, habrá de tener la misma longitud emocional que al cabo de dos días, tres lunas, cuatro edificios, dos fracasos, una victoria, una generación o tres mil hombres.


RAMÓN LLANES 8.9.2013. 
(publicado en digitalextremadura.com)

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