LAS CARAS
DEL PRESENTE.
Anda el personal imbuido en discusiones eclécticas mirando la
pared que no tiene crucifijo, admirando a los defensores de su presencia,
reseñando con sarna y hambre esa posibilidad humana de entablar la conversación
del siglo, por un dios más o un dios menos. Los foros son encrucijadas de
prepotentes y fundamentalistas. Aún persisten en la falsa ideología de creer
que tal actitud desestimatoria de crucifijos es una clara afrenta a Cristo; a
saber si Cristo (contando con que le interesemos, que esté al día de estos
desajustes, que no se haya cansado, que realmente sea dios y esté sentado a la
derecha de dios padre) andará por los rincones del Sahara buscando niños para
aliviar, curando heridas o luchando de madrugada contra las tropas invasoras
del alma y de la vida de los demás.
Es el presente agnóstico pero real, el dolido presente de los
perdedores, de los vencidos en todas las causas, de los desaparecidos del
confort, de los muertos de esperanzas. Es el presente de las caras desconocidas,
que de tan lejos, dejan de importar, porque un aula de niños sin crucifijo es
un pecado mortal y posible causa de excomunión. Pues que manden crucifijos al
Sahara, que convenzan a dios para que afronte esta misión y así nosotros
seguiremos en el foro de las discordias propagando la ley divina del más fuerte
y haciendo gresca para colocar o quitar un símbolo religioso que aparta
conciencias y enerva desconfianzas y desvalores. Más o menos, las caras del
presente.
19-11-2010.
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