PRESENTACIÓN
DE LA OBRA “PARAÍSO BACUTA”
DE MAR
DOMÍNGUEZ.
PATIO DE
DIPUTACIÓN 8 DE JULIO 2016.
Paraíso Bacuta viene a ser la piel
entrecortada y perfecta de Mar Domínguez, una especie de alma envuelta en
palabras o la dosis que a ella le faltaba para domesticarse en los versos o el
paisaje que a Bacuta le sobraba en la temperatura del tiempo y que ahora Mar lo
extrae de la solemnidad de su memoria para embellecerlo aún más, en una
conspiración de intimidades, de sueños, de sentimientos, de vidas compartidas.
Que Mar nos permita intuir sus ojos
de marisma y nos convierta en su cómplices con esta prosa tierna es el acto de
bondad que quizá siempre nos tuvo preparado y que hoy enseña, como quien enseña
su preciado cofre de secretos escogidos con mimo de sus recuerdos, como quien
habla de sí desde lo que a ella parece humildad y a nosotros grandeza. Bacuta
es su isla pero también fue su mundo, el único mundo que tuvo a mano y a él le
debe esa pulsación primigenia y esa pleitesía sonora que en los versos anuncia.
Todo el sentido de un despertar junto a los gallos, de andar con el perro o de
compensar su niñez solo con las cosas menudas que a su menuda edad le traían las realidades y le curtieron el
afecto hasta fundirla de pócima ardiente en una mezcla de mar y aire, como solo
la naturaleza sabe hacerlo; y así, cuando dormía jamás se sintió soñando,
expresamente ampliaba la lealtad al medio frágil que le crecía el entusiasmo.
El libro es eso, su retahíla de
querencias, su constante, su sentir único varado en la armonía que el barro y
los pájaros y las brisas distintas y los horizontes de la lejana Onuba –a
escasas brazas de vida- y el contacto abierto y sutil con sus padres, con su abuelo,
con la soledad advertida, fueron capaces de ser escritos para bien de la
poesía.
Y Mar no ha dejado de
ser Bacuta, no hubiera podido, no hubiera sido capaz de olvidarse de Bacuta
para manosear tan dignamente esta suerte y saber distribuirla con esta pasión;
a Mar se le ha hecho de marisma el alma por cada uno de estos mimosos detalles
y de su paso por la verdad de su conciencia, en perfecto orden nacida, creada y
crecida con la influencia de las mareas, de los ciclos del viento y de los
mandos del agua.
Paraíso Bacuta viene a ser una
prenda guardada que hoy se descubre, para sorpresa de quienes nunca supimos su
historia y para merced y regalo a quienes le forjaron sus parajes abstractos y
adorables y aún retienen el olor del salitre en los gestos de la emoción, con
ella, con su mundo trasladado a este infinito de asfaltos, a esta manera tan
extraña de entender la supervivencia.
Al leer esta buena obra me he
sentido partícipe de los juegos y las vivencias y hasta casi envidié la ternura
de los hechos a través de la ternura del relato, me acomodé en aquel orden de
las cosas y palpé la parte de bondad que contiene el sosiego. Se me hicieron
las sonrisas, como a los habitantes de Bacuta, como a las exuberancias de los
sitios; se me hicieron las muecas alegres al estar leyendo algo tan lírico como la
magnificencia de la soledad en su lógico apego con la realidad hecha tantas
veces fantasía.
Yo me siento admirador y devoto de
esta fiel actitud que Mar lleva en los pliegues profundos de su humanidad y que
en algunas ocasiones hemos osado compartir como ciegos seguidores de la sensibilidad.
Mar, has venido a enseñarnos cómo se
pintan con letras los renglones de la vida y cuanto agradecimiento le profesas
al pasado tan tuyo que la memoria ha tenido a bien reservarte quizá para que
sigas poniendo sueños en las letras y tanta creencia en tu honesta y digna
historia. Gracias por esta aportación a la universal literatura.
Ramón Llanes. 8 julio 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario