RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

domingo, 2 de septiembre de 2018

ACTO HOMENAJE AL FANDANGO DE EL ANDÉVALO.


DESAHOGO.

Acto de homenaje a los intérpretes aficionados del fandango.


Nosotros seguimos inmersos en la vida y el fandango permanece con nosotros con sus signos de identidad y sus melismas antiguos hasta conceder a esta tierra importancia, arraigo y dignidad; se podría decir que somos -nosotros y el fandango- una misma cosa en esto de existir, que hemos escrito juntos las páginas de nuestra historia y que nos necesitamos.
Meses atrás un grupo de amigos (Marcos, José Manuel, Dionisio y yo) referimos organizar un acto que refrendara el homenaje al fandango como manera de agradecerle a sus notas musicales las mañanas, las tardes y las noches que de felicidad nos diera y de aquella primera idea nació esta consideración que hoy traemos al escenario, reconocerle su influencia en el sentimiento de los hombres y mujeres de esta tierra siempre tan cercana y tan abierta a los gérmenes de la guitarra sonando por medio y acompañando desde el compás a las voces roncas y lainas que tantas veces llenaron este aire.
Es el momento de rendirle la pleitesía, esta noche le haremos honor, le mimaremos una vez más aquí en las bajuras de la mina o allá en las alturas de los riscos para que mejor que nunca suene el fandango a verdadera gloria, para que el fandango quite pesares, arregle amores, llore desengaños y aumente alegrías. ¡Honor y vida al fandango de El Andévalo!.

Doy la palabra al compañero, también organizador de este acto, José Manuel Rodríguez Gómez de Castillejos.


Fue creado el fandango para expresar delicadezas pero fue preciso su intérprete para componer el cuadro y se llamó a la guitarra para que la trilogía se hiciera perfecta. Y así es desde siempre, desde que Alosno lo quiso y lo extendió. A esos tres imprescindibles elementos dedicamos la noche de hoy con la causa común de engrandecerlos y seguir dándoles impulsos y vigencia.
La guitarra nos acompaña en la estética, el fandango sonará a muchas cosas, el cantaor es el pueblo entero, todos nosotros, todos los anteriores que nos precedieron, aquellos seres aficionados que elevaron a los más grandes foros y a las más extensas obras literarias la pasión única de un cante llamado fandango que es, de la idiosincrasia nuestra, valor en alza. 



A esos cantaores anónimos que nunca se subieron a un escenario, a quienes se formaron en las tabernas y en ellas cantaron a la razón o a la sinrazón de la vida, a esos intérpretes nos referimos con todo el respeto para que nunca se nos vayan del recuerdo.
Sería imposible acordarnos de todos pero permítaseme que a modo de repaso y homenaje haga un recorrido somero por aquellos cantaores aficionados que ya nos dejaron su estela y se fueron a la eternidad. De María la Conejilla, Antonio Abad, D. Marcos Jiménez, Paquillo el zapatero, Juan María Blanco, Pedro Carrasco, lógicamente Pepe y Paco Toronjo; de Paco Jara, Manuel Peña, de José María Martín Infante, de Juan de la Cruz, de Rubén y Senén en Castillejos, Manolillo el “Acalmao”, Bartolo el de la Tomasa, Paquillo de las partes, Juan Miguel Cuchara “El cañita”, Andrés Piruna, Paco “El Cano”, de Paymogo, Gaspar “El melojero”, Sebastián Monterde, Gregorio “El Manquillo”, Cayetano “El Molinero” y Carmelo Gómez, Martín Valladares y Antonio “El Correíllo”, de Las Cruces.
Y estas guitarras testimonian la presencia aquí de aquellos guitarreros que dieron vida al fandango, son las cuerdas de siempre, del maestro Manuel Ramírez Correa, de Domingo Ferrera, de Ángel de seña Pura, de Sebastián Perolino, de Antonio Abad Cuchara, de Juan Díaz, Valle como primigenio que ha vivido todas las épocas, Manuel El Chorizo, aquel Cayetano “El Molinero” el viejo, Paco el peón caminero, Bartolo y Juan Correa y Rafael Zamorano, de Tharsis y el insigne hombre de todas las juergas y de todos los sonidos Miguelillo el del Laúd que fue un virtuoso de su instrumento y fue capaz de tocarle hasta a las jaras. Y mención especial a Tomás María Motero, de Las Cruces, que aún a pesar de sus impedimentos nos acompaña; te mandamos un abrazo, amigo, por tu aportación al toque de la guitarra. Son tantos en ambas disciplinas que se nos van algunos a un olvido no deseado pero que también para ellos tenemos presente esta dedicatoria de afecto.
Es imposible retener tanto arte, es imposible poner ahora en orden la memoria y darle un sentido nostálgico a este momento, conviene meterse en honduras porque se trata de dar esplendor a todos cuantos nos hicieron la vida más amable a través del cante del fandango; cuántas juergas, cuántas borracheras, cuánto amaneceres, cuánta pasión por la vida!. Y el fandango y la guitarra y nosotros y la mina y el campo y la trilla y las cacerías y los amores y los sueños. El fandango como emblema y como motivo, acogedor; en un fandango cabe todo y todo lo aprisiona como suyo y lo eleva a la distinción de arte. ¡Qué gran locura!.
En estas guitarras que adornan el escenario se representan los guitarreros de todos los tiempos de este Andévalo nuestro, de Alosno, Las Cruces, El Almendro, Castillejos, Paymogo, La Puebla y Tharsis. Y ese laúd está representando a Miguel Fernández Martín “Miguelillo el del laúd”, porque él también le dio gloria al fandango. 
Honor a todos ellos, que existieron con dignidad.

Cada uno de vosotros podría hacer un pregón del fandango y de sus consecuencias, a esos pregoneros ilustres que fueron y son los intérpretes debemos este homenaje. Se me vienen al alma las escenas que viviera cuando niño en la taberna de mi abuelo Simón con mi tío Valle tocando y los Toronjo cantando y Rafael el Quico y Paco Crosman y Guillermo Caro y Miguel Café, cuando los días se hacían cortos, tiempos de abundancia de riqueza en la mina que daba para tanto. Y las quintas, y esas Pascuas en Castillejos y El Almendro con tanto ambiente de caballos y guitarras, y esas Peñas tan abrileñas y promiscuas en cantes, y esa Romería de la Cruz en Paymogo con esa valentía en la tonalidad, y San Sebastián en Las Cruces donde nunca faltaban borracheras y buenos quejíos, y esas Cruces de Mayo de Alosno con el inmenso escenario de la calle como testigo de tantos misterios, y las cuitas en el piso catorce con fandangos de reproches y llanto, y la vida continuando y haciendo de las suyas con nosotros que nos distinguía unas veces con un alegrón y otras nos “resfregaba” la pena por los ojos. Cada uno de vosotros podría escribir un pregón con estos ingredientes, cada uno tiene escrito un imborrable pregón en el sentimiento.
Nos hubiera gustado que estuvieran aquí todos los que se fueron, todos, que la muerte no hubiera hecho estragos en nuestro ámbito, me gustaría que estuviera el amigo Miguel Barranco que con su buena pluma diera esplendor al fandango y con su voz lo adornara; que estuviera Juan de la Cruz de caballero con su estilo en el caballo y en el cante; que estuviera José María Martín Infante con su increíble voz andevaleña; que estuviera El Pinche haciendo malabarismos con las cuerdas de acero; que estuviera Diego el de la Salva, que estuviera, para cantarnos su alegre fandango; que estuviera Manuel Copa con su sombrero y su elegancia; que estuviera Don Marcos Jiménez con su originalidad y su potencia; que estuviera Paco Jara con su buen humor y su sabiduría; que estuviera Rafael Zamorano con su pausado temple; que estuviera Manolito Palma con su sonrisa y su fandango tan amable y valiente; qué bien que todos estuvieran ocupando hoy sus butacas como ocupan nuestros sentimientos; pero están, a ellos y a todos los seres humanos que en esta larga estirpe pusieron voz al fandango y armonía a la sonanta dedicamos este amoroso manifiesto de cariño y respeto. Están, todos están con nosotros esta noche.
De todos ellos contamos con el privilegio de la presencia activa de dos personas importantísimas en estas luces de la bohemia, Manuel María del Valle Domínguez Feria, “Valle” y Santiago Osorno Orta, dos genios del saber estar. En ellos representamos la admiración hacia todos los demás. 

Concedo la palabra a Santiago Osorno.


Y la idea muy pensada se pondrá en escena para que cada cantaor interprete dos fandangos con letras de Valle, que quizá hiciera más de tres mil en toda su historia y que de casi todas se acuerda.
Comencemos, hagamos la fiesta de la emoción, hagamos del fandango una razón más para arrancar un lamento, una sonrisa.

ORDEN DE ACTUACIONES:

Las Cruces:Francisco Bayo, Miguel Sousa, José María Motero, José Bayo, José Manuel Cuaresma, Francisco Masera, Pepe Reyes, Antonio Rodríguez El Cano.
Y las guitarras de Paco y José Manuel Cuaresma y José Miguel Reyes.

La Puebla:Fernando Díaz, “Charra”, Dionisio, Pedro Gómez, Juan Antonio Serrano, Jesús Palma, Juan José “Chogui”.
Y las guitarras de José Ramón Domínguez y Alonso Pérez.

Paymogo: Manuel Cabaco.
Y la guitarra de Eduardo Ibáñez

El Almendro:Antonio Muñoz “Senén”.
Y la guitarra de Ildefonso.

Castillejos:Manuel de la Chana y José El Palma.
Y la guitarra de Ildefonso.

Tharsis: Pepe López, José Caera, Paco Comino, Luis Pinilla.
Y las guitarras de Sebastián Gómez y Eduardo Ibáñez.

Alosno: Carlos Carpintero, Marcos Jiménez y Plácido González.
Y las guitarras de Eduardo Ibáñez, Ildefonso y José Manuel Cuaresma.

Finaliza el acto con el Grupo ANDÉVALO.


Tharsis 31 agosto 2018.

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