EXTRAÑOS VERSOS
En trémulas arrugas del señor viento
con lunares de luto, asoma
el cefo maldito anegando de piedad
una parte ancha de la sábana limpia
del escándalo, levanta el reo
la culpa, se aviene al consentimiento
del pecado y rubrica el mal.
Se desliza por la severa luz
de estopa que se cubre de honor
hasta caer de espaldas
en la loza verde del jardín.
Adicto al gozo,
al préstamo de suculencias,
a los oteros, a las reglas,
adicto romántico, al negocio de amar
y a las aventuras.
A trepar con el anochecer
del otoño cornisas sujetas
en palmeral y enredaderas, con la piel
en un puño y el beso en la misión,
llorando como beata, la amante,
en la oscuridad fornida
de la alcoba, sin visillos la cortina,
sin plantar la rosa última
de la escena de ayer.
Y con pronósticos de extraños versos
sube en anhelos
sintiendo cada vez más cerca
el declinar de la muerte,
alcanzando el bestiario de su locura
y supliéndose en desdenes
por consentir.
Abonado al peligro de perder
y ganando siempre,
compaginando el beso con la memoria
del miedo
y sanando cuerpo y alma
con alevosía.
Ramón Llanes.
11-9-98
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