RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 24 de septiembre de 2018

PRESENTACIÓN DE "EL MISTERIO DE ALEJANDRÍA" DE ALFREDO C. LAGO



PRESENTACIÓN DE EL MISTERIO DE ALEJANDRÍA
DE ALFREDO CARLOS LAGO SÁNCHEZ
EN 1900, EL DÍA 21 SETIEMBRE 2018.


Qué grandes misterios pueden descubrirse aún de la historia de Alejandría y de Alejandro Magno y todo su imperio. Alguien con minuciosidad conventual, pasionalmente crecido en sus descubrimientos y metido en su mundo noches y mañanas hasta que el cansancio le pudiera, alguien único como Alfredo Carlos Lago Sánchez, hace posible que exista otra luz distinta de la conocida para meternos en un algoritmo inusual. La novela histórica cubre gran parte de los gustos literarios de los lectores actuales, nos encontramos ante esa parte de la curiosidad que pretende formular un cuestionario incesante y que una vez leída la novela podrá responderse a sí mismo.
Ciertamente Lago no es un autor al uso en esta nuestra buena pléyade de escritores onubenses. Él no gusta de modificar sus costumbres, es animal de laboratorio, investiga y estudia cada párrafo, cada premisa y cada rasgo del argumento que desea tratar; nunca se arriesga a la aventura de inventar o modelar la historia aunque es un fiel ambientador de momentos y está facultado para novelar los acontecimientos que se le vienen a su mundo de análisis de esa historia que desengrana con adición desmedida. El autor tampoco es al uso en cuanto a sus apariciones estridentes en las tertulias o foros que circundan esta nuestra noble y amable ciudad de Huelva, permanece en su silencio, apartado del mundanal ruido escribiendo continuamente con el complemento de su música como apoyo inspirador. Es un músico de vocación que en tiempos atrás perteneciera a los grupos míticos de Huelva TARTESSOS y KEYS, principalmente. Esto le ha dejado un poso de sabiduría ecléctica suficiente como para saber conciliar las posiciones de las diversas tendencias y olvidarse del universo cuando se encierra en el suyo propio.
Este libro viene a completar una trilogía que comenzara hace unos años con LA SONATA PERDIDA, siguiera con EL VIOLINISTA DE MANTUA y finalizara con EL MISTERIO DE ALEJANDRÍA. La música domina estos contextos y los tres casos misteriosos.
No seré yo quien hable del libro y descubra de pronto de ellos pero sí me permitiré realzar un pasaje de gran belleza que me ha parecido destacable:





Frente al palacio real, separado por jardines maravillosos con un zoológico de animales exóticos provenientes de los más alejados rincones de las tierras conocidas, el gran edificio llamado museo, que albergaba la biblioteca más grande e importante que jamás, hasta ese momento, se había concebido, abrió sus puertas al mundo para que las fuentes del saber tuvieran allí un punto de encuentro. Construida entera en mármol blanco, al igual que el palacio real, relucía como un montón de estrellas en una oscura noche sin luna. Ptolomeo I, orgulloso de la obra realizada, felicitó y colmó de honores a los que la hicieron posible, especialmente al director y a los arquitectos. El más anciano de éstos, Sostris, al que el faraón tenía en gran estima, conocía por el mismo faraón algunos de los importantes escritos que se hallaban en la biblioteca y a los que pocas personas tendrían acceso, como también al secreto de la estancia oculta que había diseñado y que fue aconsejada por el erudito Demetrio Falero. Cuando culminó la construcción, Sostris pidió audiencia al faraón. 
Dime, Sostris, amigo mío, ¿de qué quieres hablarme? 
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Alejandría. Siglo III a. de C. 
Señor, como sabes, ha pasado mucho tiempo desde que empecé a servirte y doy gracias a los dioses por haber tenido la dicha de compartirlo bajo tu tutela. Ya soy un anciano y me siento cansado. Por eso, quería pedirte algo, que espero no sea inconveniente alguno. 
Sabes que lo que me pidas lo tendrás de inmediato, me has servido bien. ¿Qué deseas? 
Como te he dicho, ya estoy falto de fuerzas y por eso, terminado este último gran trabajo, te rogaría humildemente que me dispensaras y permitieras que el tiempo que me queda de vida terrenal pudiese pasarlo en mi tierra. Obvio decir que, si consideras mi petición, partiría con gran pena en mi corazón, pues no en vano has sido mi protector, además de tratarme como a un amigo, lo cual haría penosa mi marcha, pero el deseo de ver y de estar en el lugar que de niño fue mi hogar daría paz a mi espíritu. Con lo que generosamente siempre me has pagado, mandé que me hicieran en Siwa, frente a las doradas arenas y las palmeras de su oasis, mi lugar de descanso para la vida eterna. 
Sostris, eso que me pides me apena el corazón y lamentaré tu ausencia, pero no puedo negarme a tu deseo. Espero que tengas la paz y felicidad que mereces. Puedes partir cuando quieras, te acompañará una escolta y si necesitas algo más, dímelo. 


Tan sólo eso, mi señor. Dispondré todo para salir cuanto antes. 
Anhelas llegar a tu paraíso y yo te comprendo, amigo. 
Como bien dices, sin duda, es un paraíso. ¿Has oído hablar de Siwa, allá en el desierto occidental? 
Amigos todos del buen escribir y del buen leer, bébanse esta novela a trago de pasión que les aportará un género de sosiego nuevo y atractivo. Es el consejo de un admirador de estos sentimientos.


Ramón Llanes. Huelva 21 setiembre 2018.

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