RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 24 de octubre de 2018

SI YO TE CONTARA


    !   SI  YO  TE  CONTARA…!

 

Pero ando en súplicas. Conmigo en mañas por superar el difícil arte de vivir, entre apaños de versos, entre lárgaros y retahílas, como príncipe nunca, como soldado siempre. Por remediar media aventura otros se nutren, algunos se deshilachan, para nadie se trae la culpa una patera madrugadora y en recién llegar es marcharse. Y ya no estamos para esto, ni para criar gusanos de seda, ¿para qué, entonces?. Es costumbre el incordio, la irreverencia, lo soez priva más, el desaliño, la sinrazón, el mal-vocablo, el terror. No leyeron a los clásicos ¿les habrá faltado tiempo?, ¿o les habrá sobrado todo el tiempo?.

Tendremos que remar, nos ha subido la marea, es tarde de inseguridades en la contra-planicie de la mar, han vuelto los marineros, los niños dejaron la arena para atender al hombre de las patatas. Me haces ver que se rompen los triunfos y que la entrega vale un insulto, creyendo yo que valía un beso; y que nada, o poco, se escribió de los profetas en su tierra y que a uno, el mejor, lo mataron.

Estoy aquí, leyendo cosas que la antigüedad me ha dejado en las manos y las tomo con el placer del rito, son historias viejas que cuentan sondeos, he tenido el privilegio de encontrarlas y quiero darlas a conocer para valorarlas y comprender que con el  pasado se hace el presente. Los míos se pierden, se duermen, ni se inmutan, ni se asombran. Vinimos de muchas culturas para formar una que no sabe usar las mayúsculas, sin embargo tengo ganas de enseñarles este retazo de lo suyo.

Es triste hoy el trotar de las horas, supuestamente ambiguo un cuadro de Castro que gana un premio, triquinosis trae una tripa, un niño se descuida con una mano y se corta sin querer mientras los demás rezamos, se despierta un ánade en la marisma, se va la maldición al aire de quienes no admiten dos presos que no lo merecieron, no es domingo y por eso los muchachos visten como si no fuera domingo. Y tú tratas de averiguar qué me pasa, que ando en súplicas de trabalenguas y rastreo el lenguaje por si se acaba. Un fracaso es la culminación de muchos trabajos, el resultado de muchos aciertos; un fracaso conmueve, un éxito preocupa. ¿A qué acudir?. La profecía es un don ordinario que cada cual llevamos como zapatos viejos y nos hace entablar una interior lucha contra nosotros mismos y la perdemos  porque nunca sabemos utilizarla a tiempo.

En la librería no caben los cuadernos de apuntes, la luz entra por la izquierda en un soñado desván que nunca tuve y es rojiza la piel del cabezo pelado que poblaron huestes de antibalurcos . Antracita se llamará la gruta de los reinos nuevos, ya no estoy para contarte, me canso, hay mucha bulla. Te he traído el lápiz de ojos del color tuyo preferido y te ví anoche entre rejas y coloretes.

¡Ay!, bondad que pido de sacristanes y bufones para detraer la parte de justicia que me deben, equidad al menos para tanto hacer, para tanto quebranto. Reconocimiento de todos los esfuerzos y no más conspiraciones contra la verdad. Así me anega tu presencia, confío en un suspiro, admito tu pase, me alivio de cavilaciones; tú, en tarimas de inocencia haciéndote cargo del pesar.

He pensado en exceso, la vocación se me ha ido a los párpados, solo en los párpados oigo una tormenta de negaciones, no era esto lo que quería decir. Me ha podido el mareo,  no estoy hecho para navegar, qué hago con la rabia, con el desencanto de desarcertar, con la culpa; qué hago con lo escrito que no responde a lo pensado, qué hago con las palabras, qué les digo ahora que ya están, qué me invento para mí mismo, a quién le enseño el relato que sea capaz de entenderlo; que no lo publiquen, este no.

Empezaré de nuevo. Es ayer, no es domingo, si yo te contara…

 

 

 

                                                            Ramón Llanes.  9-9-98.

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