RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

jueves, 21 de septiembre de 2023

PREGÓN DE LA TERRAZA

 

PREGÓN DE LA TERRAZA

 

 

Quien comparó a Castillejos

con el culo de una taza

no sabía comparar

ni se sentó en La Terraza

o tenía la “tajá”.

 

Con llamada de amistad

vinieron mis pies atentos

a recordar lo dejado

en huellas de tantos tiempos,

a remendar con lo amado

otras cosas de verdad

productos del sentimiento

que no son para olvidar.

Y heme aquí, feliz, dispuesto,

llegado de mina, zagal

en otros momentos

y viejo tardío ya

aunque con zapatos nuevos

y risas por estrenar.

 

Quedose sorda y con polvo

 la esencia de la Terraza

por marcharse las Manuelas,

los Pereira y Esperanzas,

los Gómez, los Rodríguez,

los Feria y las bolachas

quedando olvido y tristeza

en estas paredes anchas

que tanto aguante tuvieran

en tiempos de Pascua y danza.

 

 

 

 

Quedose como si perdieran

consejeros y consejos,

conversaciones, palabras,

ecos de refranes viejos

y cuentos de cacerías,

como si fuera tardón

el deseo de Terraza

o hubiera que andar descalzo

para llegar a la plaza

y se dejó de subir

al lugar del dominó,

de la partida de cartas,

de la copa de aguardiente

y de la conversación;

y en un rato se olvidó

aquel agradable ambiente

que tanto nos distinguió

que aquí venía la gente

a divertirse, de lejos,

de Portugal, de Sevilla,

de Paymogo, de Trigueros,

de la Puebla caballistas,

de La Palma, perdiceros,

de San Silvestre juerguistas,

de Alosno los guitarreros,

de Ayamonte los artistas,

los poetas y los caleros,

venían contrabandistas

portugueses de dinero,

de Villablanca dancistas,

desde Tharsis, los mineros,

las bartolinas modistas,

del Granado los romeros,

de Huelva los mayoristas,

de Bonares, camioneros,

y llegaron altruistas,

locos, cantantes, libreros,

algún que otro oculista

y más de dos bodegueros,

aquí está escrita la vida

de la gente de los pueblos.

 

 

¿Es que el recuerdo no sabe

recordar las fantasías

de castillejeros padres,

de abuelos, de correrías,

de mujeres que venían

luciendo preciosos trajes

en días de romerías?.

¿No están grabados los sueños

en estas mesas eternas

donde tanto se bebía,

donde los hombres de antes

jugaban, se divertían,

y hasta eran importantes

las cosas que se decían

y además se enamoraban

y se amaban y reían?.

¿No están escritos los pasos

en este sufrido suelo

con éxitos y fracasos

como si fuera un cuaderno

ya gastado por los años?,

¿no están aquí los inviernos

haciendo suyos los fríos

calentándose los tratos

de potros y de cercados,

de desenredos y  líos

entre el dueño del caballo

y la dueña del baldío?,

 ¿no está la risa escondida

como están los voceríos

entre las viejas cortinas?.

 

¿No están aquí mil suspiros,

mil envites, mil mentiras,

mil sentimientos perdidos,

tropecientas tonterías

que fueron dejando rango

en tantas amanecidas

llorándose con fandangos

una suerte o una herida?,

¿encontraremos un llanto

por una mala partida,

un desespero, un quebranto,

una ilusión compartida,

un grito por la emoción,

una persona querida,

un amigo que volvió

de tierras desconocidas,

un sirocho en procesión,

una jaca aparecida

que en el campo se perdió

y llegó despavorida?.

¿Encontraremos solera

de devotos piedralberos

que aquí dejaran espuelas,

polainas, cinchas, sombreros,

porque perdieran nociones

o se fuera el santo al cielo?.

 

La pared guarda lecciones

y las conserva en silencio

como tesoros de honores

callados y bien secretos;

la Terraza, esa querencia

de la estirpe de los cuerdos

 en donde por cada ausencia

se llorara al compañero

que perdía la licencia

de vivir en este puesto

y recogía su ciencia

para apuntarse a lo eterno.

¡Cuánta vivida emoción,

cuánta historia, cuánta paz,

cuánta fe de libertad

y cuánta noble pasión

soñaron aquí los vuestros

deseando lo mejor

a base de fuerza y miedo!.

 

Es un patrimonio inmenso,

reliquia de la verdad

de quienes fueron primero

y dejaron su renglón

sin terminar de llenar

para que los venideros

escribieran su opinión

como sucesores nuevos

hechos en vientres de amor

de buenos castillejeros

y amantes de esta canción

compuesta por seres rectos

en amistad y razón

con elegancia y respeto.

De tal linaje de seres

esta sociedad es reflejo

y por tales menesteres

son las cosas sentimientos

que nadie borrarlos puede

de la pizarra del tiempo.

 

Es necesario que salga

el coraje en las callejas

que todas se llaman Salva

y de los hombres las cejas

que al toque de la sonanta

se erizan y si las dejas

con delirios se levantan.

 

-Echa otra copa, compadre,

que la noche es larga.

-Déjate de más copas,

canta un fandango

y que suene la guitarra.

Que traiga la música

el son de las cosas que hacen

que sea siempre la vida

una esperanza.

Tócame por medio, rasguea, canta,

echa tu voz a este aire,

que estamos en la Terraza

y  necesita el “quejío”

de cualquier hombre de raza;

alegra esta tierra

que tanto nos ampara,

canta, compadre, al pastor,

al perdiguero o al guarda,

cántame tus penas, compadre,

cántame aquellas canciones

como tú sabes cantarlas.

Anda, compadre, revienta y canta

que el cante es la única paz

que podemos poner los pobres

a esta maldita miseria

que nos rompe el alma;

cántale a la luna,

a ver si la luna puede hacer

que entierren las armas

esos mercachifles golfos

que invaden con sus soberbias

nuestras tierras tan amadas.

Cántale, compadre, como tú sabes,

¡con rabia!,

como si estuvieras denunciando

a quienes no respetan los sueños de los niños

que por este mundo triste andan;

y canta por aquellos que se fueron

a los sitios tan lejanos

de las nubes solitarias

y se rompieron

a trizas las manos y las agallas

y dejaron en el mundo

una agonía de sueños

maligna como el olvido

y eterna como las aguas.

-Echa otra copa, compadre,

y que suene la guitarra.

 

Irán pasando las horas

con lágrimas de Terraza

de emociones como puños

en las tardes soleadas

y volverán las cortinas

a sentir en sus misterios

las voces que les faltaban.

Ritos que el humano quiere

para soportar la estampa

de las noticias que huelen

a quebrantos y a quebradas.

Será que lo que sucede

parecen las circunstancias

de un camino mal andado

que precisa una terapia

para este mundo enredado

en cosas sin importancia.

Si aquí la risa es un llanto

y el llanto es risa con agua,

si esta estirpe es de tantos

que no se notan distancias,

si aquí se habla callando

sin necesitar palabras,

si los gestos van dejando

 mensajes en las miradas,

si el humor se va criando

como se cría la guasa,

si con un borrego andando

se simula una piara,

si ya el niño está estudiando

y la niña está más alta,

si viene canturreando

un borracho con su panza,

si aquí se van inventando

las penas para alegrarlas,

si son los días encantos

y son las noches más blancas,

si el dolor se va llorando

porque a la muerte se espanta,

si aquí se ama bailando

cuando llega Piedras Albas,

si el euro se va acabando

salen pesetas del arca,

si se le acaba el trabajo

zumbando para Alemania,

si las perdices en bandos

adornan las lontanazas,

si aquí reír no es contrato

sino pura confianza,

si el tiempo se va escapando

y no se cuentan las canas,

si aquí se vive pensando

cómo ganarse la calma,

si en los lugares cercanos

nuestra gente les encantan.

 

Es la vida la que ordena

y es la vida la que manda,

 será la mejor faena

 hacer alegrías largas,

dicen que las alegrías

si se comparten se agrandan

y dicen que las tristezas

si se comparten, se acaban.

De eso me estaba acordando

al recordar la Terraza.

De los ratillos pasados

en estas mesas marcadas

a los cristales mirando

cuanto la calle enseñara,

de aquel que pasó pensando,

de aquella de la bufanda,

de cuatro niños gritando,

de la luna en la ventana,

de conversaciones cuando

pasaban las cosas raras,

del festín adomingado

de la liturgia sagrada,

de la compra del caballo

o la venta de las cabras,

de repasar los tejados,

de las cosas de la casa,

de los hijos, los hermanos,

de la madre, de la parva,

del sentir de un buen cristiano,

y de Osma y de mi Santa,

de eso me estaba acordando

al recordar la Terraza.

De aquel baile organizado

de noches y madrugadas

que hasta los menos lanzados

se animaban y bailaban,

de unos que se han casado

y con el cortejo pasan

alegres, bien “trajeaos”,

y bien bonitas las caras,

de los días más “nublaos”

que casi nadie pasaba,

que hasta los “espabilaos”

en su casa se quedaban,

y los de aquellos veranos

cuando el calor abrasaba,

en mediodías sobrados

vacía estaba la sala,

ni un cuco en ambos lados

y ni un café en la barra,

no todo fue solitario

en el trajín de estas caldas

que en tardes de abril y mayo

ya la gente se animaba

y salían a caballo

y de garbo se llenaba

aquel espacio esperado

por zagales y zagalas

y se iba pregonando

la vida recién hallada.

De eso me estaba acordando

al recordar la Terraza.

Y también, como rumiando

memorias difuminadas

me acuerdo del contrabando

y de nuestras grandes Pascuas

y me llevaría contando

anécdotas, que bien guardadas,

llevo en la mente juntando

para alguna vez contarlas

y poder seguir hablando

de lo que guardo con ganas.

De eso me estaba acordando

al recordar la Terraza.

Y no soy yo relatando

quien el pasado rescata,

vosotros me vais mezclando

realidad con nostalgia

y entre humores sujetando

me habéis contagiado el alba,

el alba vuestro volando

por esta tierra que ama.

Vosotros me vais prestando

las teclas de las palabras,

vosotros me estáis dictando

este pregón con el alma.

De eso me estaba acordando

al recordar la Terraza.                                                 

Que por estas cristaleras

de esta histórica Terraza

la vida castillejera

pasó sin darnos la espalda

y muchas veces dormida

y otras veces bien despierta

contribuyó a la cultura,

fue lúdica referencia

en ocio y en aventuras,

en aprender, en hablar,

en entender la cordura

y compartir la verdad,

y en las horas consumidas

este espacio fue dilema,

debate, premisa y paz,

a veces dolor, problema,

simbología y hogar,

reliquia nunca perdida

que conviene rescatar

que aquí está escrita la vida

con páginas sin borrar.

La vida pasó con suerte

y con orgullo de más

también se pasó la muerte.

 

Y todo ha de pasar

si estas ventanas se abren

y se va la soledad

por las cristaleras grandes,

si empieza la vida a entrar

hasta formar un enjambre

de seres con amistad

que vienen a relajarse,

si se oye otro sonar

entre guitarras y cantes,

si el recuerdo hace entrar

a los amigos de antes

aquellos que ya no están

pero quedan sus talantes,

si se habla de empezar

como si no fuera tarde,

si se pretende sacar

las fichas, que no se guarden,

que se tienen que gastar

dando placer o pesares

a este gusto de jugar,

si la candela que arde

sabe cómo calentar,

si el ambiente se distrae

en mil formas de ganar

sentimientos al desaire,

si la broma es quitar

rutinas al almanaque,

si no hace falta engordar

para no sufrir el hambre.

Todo esto ha de pasar

si estas ventanas se abren

y se va la soledad

por las cristaleras grandes.

 

Esto será un canto amable

con ganas de bienvenida

para renacer, si cabe,

esa guasa inigualable

que dio mérito a la vida.

Es un farol de reencuentro

y de sana expectativa,

de salón y de comienzos

de continuar sin prisas,

de jóvenes que a este fuego

vengan con ansias vestidas

de nuevos frascos de anhelos

y lecciones aprendidas,

y vengan gratos recuerdos

con ganas de bienvenida.

Un palo de billar tieso,

una mesa, una bebida,

un amable camarero,

una calma conseguida,

un camino como un sueño,

una charla, una partida,

baile con sabor añejo,

un abrazo, una caricia,

un gusto para el pellejo

y una soledad perdida

eso será la Terraza

hasta que el tiempo lo diga.

Esto es un viejo consejo

y un canto de bienvenida.

 

Que el pueblo siga pariendo

felicidad y armonía,

que sigan seres naciendo

con humor de artesanía,

que continúen poniendo

luces a las noches frías,

que la verdad vaya haciendo

verdades todos los días.

 

¿Por qué son los ratos largos

los que tanto se recuerdan?,

¿por qué se hacen tan cortas

las vivencias y las fiestas?,

¿por qué se pondrán de moda

los olvidos de las cuentas?,

hasta que llegue la hora

vivir con las botas puestas,

añorar lo que se añora

y dormir la buena siesta,

Terraza, amistad, historia,

conversación y paciencia.

Dalo por hecho, Rubén,

que la Terraza comienza.

 

Fuere para mí un pregón

que un amigo me pidiera,

lo hice con tanto agrado

como si los versos fueran

cordones de unos zapatos

que José Manuel me diera,

que en esto de regalar

tenemos la misma escuela,

de un sastre y un practicante

dos Candelarias parieran

andevaleños de antes

que andevaleños hicieran

 a quienes tienen delante

cada cual a su manera

pero en pasión semejantes.

Queden las palabras dichas

y expresada mi emoción,

si pareció interesante

disfruten de la ocasión

y si acaso fue pedante

pongan un poco de humor

y piensen que lo importante

no se ajusta a la razón.

Pero sean benevolentes

con este humilde minero

y tengan siempre presente

que aprendí de Castillejos

emociones suficientes

y por tal causa, os quiero.

 

 

 

Ya es Terraza otra vez

y abril dichoso se acerca,

palmas, volantes, mujer,

y chiquillería suelta

para empezar con un beso

aquello que bien comienza,

ya es Terraza otra vez

como música de un verso,

suene la paz a saber

en todos estos adentros,

vuelva la risa a poner

desenfados y contentos,

ya es Terraza otra vez

como el mejor universo.

 

 

 

Ramón Llanes.

Villanueva de los Castillejos 26 marzo 2022.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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