EL SÍNDROME DE LA RESURRECCIÓN
El sistema acostumbró a los hombres a la grandeza de la resurrección, les motivó sobremanera observar cómo la grada se enfervorizaba con más estruendo y armonía de placer cuando de superar el resultado adverso se trataba y en ellos crecía la adrenalina hasta límites gozosos, se alcanzaba una gloria distinta, no era lo mismo que ganar, porque ganar era lo lógico, lo usual, no se salía de la normalidad, pero resucitar suponía tocar con los dedos la utopía y eso les ganó el sentido de la felicidad y les subió en soberbia mecidos tal vez por el exceso de halagos mediáticos. Fue el equipo perfecto hasta que la ostentación de los placeres se convirtió en nueva patología psíquica y enfermó el sistema; y en la primera ocasión faltó engranaje en las piernas, claridad faltó en las mentes y las tácticas se rompieron por las bandas. Luego vino un desajuste, llegó la crítica -que llevaba tiempo esperando- y lo oloroso se hizo fétido en la alfombra verde de la fantasía e incluso fuera de ella porque los hombres y sus estrategias de juego y sus esquemas y sus técnicas cayeron en una imposible fórmula para ganar porque el grupo estaba gravemente afectado por el síndrome de la resurrección y precisa de un urgente tratamiento para seguir ofertando alegrías a sus leales seguidores.
Ramón Llanes. 29.10.2024.
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