RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 3 de marzo de 2014

EL PASO DE LAS LUCES




EL PASO DE LAS LUCES.


Mira, América, estaba a punto de ser lunes
en aquel domingo por la tarde
que fuera después de un sábado tardío,
ya sabes, la línea opaca del horizonte sin mimbres
que llenaba de piedras
el paso de las luces que se iban.
Era como estar cercando la sabiduría del placer
y llegaron los focos enfilando los labios,
el esplendor de un tiempo de ardores,
llenando los cristales de claridad indeseada.
Dije que nos iluminaba la noche,
dijiste que si la luz se volvía,
que si la luz se torcía,
que si la luz se tornaba,
y oíste que empezaba otra vez la sombra
para gemir con pasión.
Mira, que se quedó luego la voz de los besos
en un silencio de fronteras,
acaso mirando la luz furtiva
que nos pasaba a los ojos la imprudencia.
Y era, resulta, el aviso de la nada,
que se retorcía de envidia por los roquedos del crepúsculo
y resolvía su morbo queriendo desear
a quien yacía tras los brazos,
erguida mujer en complot con la vida
o con la libertad de tocar todos los placeres
o con la calma de sentirse infinita
por un halago que esperaba.
No fuera a parecer
que a la cima de santidades, como dicen,
llegaras mujer a endemoniar los ocasos
sino que, al contrario,
todo se temía más noble que nacer,
más inmenso que correr
a las alas del olvidado sombrero
que dormiría inquieto con ganas de un respingo.
Así, volvió la noche
sin caer en su cuenta de nosotros.


Ramón Llanes

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