RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

jueves, 25 de septiembre de 2014

ESCOCESES


ESCOCESES

        Se nos ha puesto de moda Escocia en la memoria al hilo de sus últimos impulsos por vindicar una nueva posición para sus ciudadanos al entenderse lícitas ciertas aspiraciones de mejoría. No todos se consensuaron en tal idea y, sin aparentes frustraciones, se eligió civilizadamente una determinada opción. La democracia ha quedado limpia, sin heridas y la población no ha sufrido más allá de los obvios picores en el desencanto de muchos por el amargor de una derrota; son daños que el propio sistema asume, justifica y alivia.

        Nuestra referencia es obligada en preámbulo para intentar una reflexión  más, lejana a asuntos políticos y cercana a cuestiones humanas. Escoceses convivieron esta tierra cuando las minas estaban en una producción singular y fueron ellos los dirigentes y acompañantes en el difícil arte de sacarle rendimiento a la tierra. Los recuerdos son sucesiones constantes de una feroz disciplina impuesta desde siempre, una prohibición arcaica de mezclas amorosas con los habitantes de la zona y una especial atención a la enseñanza y a la cultura.

        Aquellos Makencie, Rudelford, Rentout, Gray, Crossman y otros muchos, formaron vida en estos terruños y marcaban las pautas de convivencia y constituían el poder casi único a distinguir y a obedecer; Glasgow era la capital de estas minas, desde donde hasta los lápices, la tinta y los métodos llegaron a las escuelas  durante muchos lustros. La experiencia, vista desde esta distancia, no ha quedado como negativa en la memoria, quizá fueran más los beneficios que los perjuicios. Y quizá venga ahora a restregarnos que nunca se deban los escoceses al olvido por estos afables lares, con independencia de éxitos o fracasos en asuntos de estado.

 

        Ramón Llanes. 24.9.2014.  

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