RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 29 de septiembre de 2014

LA GUERRA DEL REY ARTURO

 

29. setiembre 2014

 De haber ocurrido algo así en tiempos antiguos, el Rey Arturo hubiera reunido a su corte para consultar la significación de su sueño de la noche anterior. Se sintió arcángel en su dormida y, como un rebelde cualquiera, subió su tono de soberbia a un “non serviam” con el postín y el enredo que tal emblema podría suponer para su dinastía. Y Arturo mandaría someter a Berenguer y dominar las huestes de pertenencia aragonesa hasta quedar ensimismado y poseso por la lindeza del paisaje que ofrece la ciudad desde Monserrat y enumerar la vida a la manera que la gresca le había proporcionado y engendrar minúsculos perjuicios y mayúsculos despropósitos.
 
         Ahora, “titantos” años después, el Rey Arturo convoca a su corte, involucra a la paz, destierra a los modos ya hechos como si inconvenientes fueran, se alza con el caudillaje en su guerra de imprudente licitud, se aprieta los machos, echa a andar y estampa su declaración separatista a las coronas del mundo y a su propia tolerancia. “No serviré”, se habrá repetido incontadas veces en los últimos tiempos, convenciendo a los extraños de su endiosamiento y a los propios de su valentía. Y ha marcado las líneas en el campo de batalla y ha señalado fecha y hora para el inicio de la contienda. Y nadie más habló. El enemigo está inventado en la corte de Arturo, las metas son predichos de honor, los premios se parten de risa en la sala de trofeos, el sofoco es un crepúsculo ardiente en la mirilla de cada horizonte, la luz se ha puesto roja de peligro y los otros, -los adeptos al envite-, sueñan una extraña libertad inexistente y ficticia, tal como el Rey Arturo.
 
         Cuando los silencios se quiebren en las tardes de Cataluña y se fundan miedos con azogue de pálpito desconocido, la vida empezará a sonar por allí sin protección, solo el anillo de poca esperanza salvará a los quejosos. El Rey Arturo reforzará su valor hasta las nueve, se desvanecerá después con un trago de utopía y las huestes se irán corriendo sorprendidas del daño. No quedará sitio ni almohada ni órgano que tutele la verdad y la insensatez no tendrá la culpa del error. Nadie se enfajará para defender la idea y a nadie tildarán de osado hasta someterle al merecimiento de la distopía;  se habrá hecho el silencio, sí, pero no por la noche, sino por la vergüenza.
 
Ramón Llanes en digitalextremadura.com

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