RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 28 de septiembre de 2015

INDIFERENTES


INDIFERENTES


Todo está ordenado, el mantel tiene color neutro y en los cubiertos se distinguen incrustaciones de oro con el escudo abstracto de la indiferencia, los comensales no entienden esta extraña simbología que se adscribe al acto como mensaje subliminal que oculta la moraleja de los anfitriones. Esta noche no invitaron a las mayorías, los pocos se pavoneaban y los menos alocados pasaban de mesa en mesa intentando comprender qué razón les movió para acercarse sin reparos a un club tan misterioso, donde no daban cabida a compromisarios de otras etnias y representantes oficiales de la importante oligarquía actual.
O era un juego; posiblemente los jerarcas adversos fueran invitados para iniciarse en su propia decadencia, aquello olía a trampa de estado pero solo era una cena de indiferentes que se prestaban a opinar bajo las consignas establecidas por las reglas que previamente impusieran los susodichos anfitriones, que corrían con los gastos del evento y transferían prestigio a los asistentes. Estar allí suponía colgarse una medalla de traición o ascender a un cargo perpetuo; desde esa óptica no importaba el proceder sino el premio, las cosas discurrían con tal insensatez.
Luego de los rezos, del consabido responso con alegorías al buen comportamiento para con la comunidad y luego de mucha palabrería hueca, de aplausos enlatados, de exceso en la gula, de mofas constantes a los no llamados, luego de toda esta bufa, el brindis hizo de fuego artificial para abrochar, con la dignidad venida a menos, la lealtad a los principios generales del estado a crear, mutando los existentes que prevalecían hasta el momento y perseverando en el slogan de la indiferencia con todo lo inverso, con lo opuesto, con la primigenia entelequia, con los sacos rotos y con la gorra del apuntador; allí primaba la ansiedad por agarrar la vara y cualquier otro desvío de esta visión apocalíptica se desterraba de tales desvalidos.
Esta mañana han abierto los colegios y los mercados se han llenado como de costumbre, no es obvio volver a pensar ni predecir decadencias, la vida tiene contrastes inagotables e impredecibles que son absorbidos por los mecanismos naturales, como también la vida cuida los gusanos que en la rítmica llamada a la muerte formarán su ejército para dejar el cuerpo limpio de todas las adversidades de la luz. Así será, ni rastro de los indiferentes ni de los comensales ni del menú ni de los fatuos dogmas dejarán los encargados de la limpieza.


Ramón Llanes. 27. setiembre 2015 en DIARIODEHUELVA.ES

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