Latente la diáspora de Siria, tan impregnada de mensajes a las conciencias europeas, los gerifaltes del mundo, -más escondidos que abiertos- sabedores de la importancia del asunto pero abyectos a la consigna del buen vivir sin mirar a los lados, responsables de la perpetuidad de estas ideologías y perdidos gravemente en esto de la solidaridad, por desconocer de ello y entender que no a todos afecta -y menos a quienes no crean el problema-, idos a las preocupaciones del día a día, pensamiento único de réditos, imperialismo y zarandajas propias del poder más canino, no sintiéndose nunca heridos por las muertes de otros ni sacudidos por las tormentas de mares lejanos, la causa se impone como daño colateral en los foros grasientos de la Europa civilizada hasta acordar- más por compasión que por honor-, emitir bonos solidarios impuestos a cada estado para acoger en misericordia a empujones a cuantos seres humanos vaguen por la indolencia de la vida nuestra.
No dan señales de haberse enterado del tema, lo hacen por imperativo legal, por contentar el mandato y preservar de virus malignos y malas interpretaciones a la historia. No se han enterado del conflicto porque ellos lo han provocado, han considerado que no todos los pueblos merecen la paz y mandaron la muerte a pasear por aquellas nobles tierras de hombres, de mujeres, de niños y de ancianos que no han podido elegir destino y se columpian cada día en la indiferencia de los demás y la sinrazón de las civilizaciones avanzadas.
Existen claras estadísticas de la capacidad de nuestra comunidad para colaborar de manera generosa en la restauración de la dignidad a muchos más sirios de los propuestos y obligados. Incluso algún político osado se permitió advertir que nos entrarían por las puertas terroristas, asesinos y apologistas de la maldad; aún sigue este en el parlamento ocupando escaño y poder, sin un fusil al lado ni el hambre en el alma.
Han consentido aceptar una cuota de diecisiete mil, a empujones; han intentado eludir la responsabilidad humana, han negociado con la incapacidad de los sirios, han escamoteado el deber hasta que alguien -también a empujones- advirtió de la obligación legal de la acogida merced a las leyes internacionales del asilo en caso de conflictos bélicos. Y ahora sacan pecho en un intento de aprovecharse para exhibir pancarta política en campaña electoral. Lo harán, sin extirparse el grano ni confesar la afrenta y creerán cubrirse de gloria en su propia almohada.
Ramón Llanes en HUELVAHOY.COM 14 setiembre 2015
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