RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

martes, 1 de septiembre de 2015

MÁS DE DIEZ


MÁS DE DIEZ


Haciendo cuentas sobre la trascendencia e importancia de las decisiones que en nuestro nombre están tomando los encargados de tomarlas, observo que los afectados, insultados y disconformes con estas dislocadas decisiones somos más de diez. Al principio pensé que sería una paranoia íntima obtenida como un simple virus en una de esas calurosas siestas de verano o en uno de los chiringuitos de playa a los que no fuí o acaso en una madrugada extendida en excesos donde no estuve, pero en el transcurso de la cotidianidad, después de sondear sin intención el mercado de los vagos, los maleantes, los pensionistas, los borrachos, los desempleados, las prostitutas, las que cosen para la calle, los sabihondos, los neófitos, los sátrapas, las verduleras, los insolventes, las modernas, los catetos, los ninis, los atletas, las mellizas y todo el elenco de entendidos en estos y otros temas de rigurosa actualidad, llegué a la conclusión de no encontrarme solo y hasta conté más de diez que se postularon conmigo en la idea de protestar por este incordio.
Vivíamos en un mundo -ahora nos dicen que era ficticio- sin una preocupación por la prima de riesgo, los niveles de la bolsa, el ibex 35, la temperatura de Júpiter o los problemas de la deuda externa, y nos reuníamos con los amigos para celebrar todo lo celebrable hasta el punto de entender que éramos felices a pesar de no importarnos los asuntos de estado. Y todo ello porque cuando nos revelamos contra la guerra-que fuimos más de diez- nos faltaron al respeto y no nos hicieron caso; porque cuando defendíamos los derechos adquiridos que se nos esquilmaron- y fuimos más de diez- nos llamaron revolucionarios o terroristas; porque venden que somos perjudiciales para el sistema si pretendemos jubilarnos antes de los setenta y no se les ocurre cambiar el sistema e inclinarlo a nuestro favor sino avergonzarnos otra vez; porque han hecho leyes para no favorecernos y favorecer a los suyos, porque el capital no trata de salvarnos sino de salvarse quienes lo impulsan.
Por todas esas insignificancias he venido a convencerme que estoy cohabitando con seres poderosos que no se ocuparán de mí ni de los míos y a quienes solo les interesa hacerse el mejor hueco posible en la innoble supremacía de los privilegios para dar parte a la historia de la manera que ellos mismos contarán echándonos de nuestra libertad a gorrazos legislativos a nosotros que somos muchos más de diez.


Ramón Llanes 24 agosto 2015.
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