RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 6 de junio de 2018

VEN A DAR DE BEBER A TUS ALONDRAS. (Casto Márquez Ronchel)



Márquez Ronchel, Casto
Paymogo.


VEN A DAR DE BEBER A TUS ALONDRAS.

En los últimos días de Abril se abrirán los cielos, tu pasearás con tu lazo azul y tus guirnaldas, las aguas correrán por los arroyos y el perfume de tu piel invadirá los campos de Paymogo. Cuando vengas, amor, tráete la canción que brota suave de tus labios, el pan moreno y el vino dulce.
Ven desde el norte gris y brumoso y rodea tu cintura con una cinta carmesí sobre el vestido blanco, porque las alondras te esperan como yo, en los últimos días de Abril. Ven para darle el compás de tus caderas a las encinas y a los vientos, ven a enmudecer los tristes sonidos, las tristes noticias, ven y trae tu andar sutil sobre la hierba temprana, porque las adelfas te esperan como yo, en los últimos días de Abril.
Mira el verde azul de nuestra tierra, no existe brisa más suave ni claridad tan infinita. Peina tus cabellos negros con agua del Albahacar y prepárate para recibir el amor con el que sueñas. Aquí entre nosotros, en Paymogo, cuando Abril vaya acabando.
Ya sabes, amor, ahora todos somos vulnerables, pero tú crearás un Castillo de ternura impenetrable donde crecerán las historias de las flores, de los trigos y el centeno, de los duendes geniecillos que siguen pululando por los bosques de la tierra, de las fuentes de agua clara, de los pájaros que anidan cada año entre nosotros, de los mares tenebrosos y atrevidos marineros. 
Ya no es necesario hablar con el Rey o el Presidente, ya sabemos que no saben contar cuentos. Tú si, llegarás en los últimos días de Abril para contarnos la luz de nuestras calles con tu guirnalda en el pelo.
Tu pasearás de Abril a Mayo, hasta los primeros días de Mayo, tal vez solo hasta el primer domingo con tu lazo azul y tu canción y entonces nacerá la luz en las ventanas, mientras se tiñen de rojo los zaguanes de las casas y la brisa suave de los campos trae un perfume liviano de poleo y de romero.
Mira, amor, como fue en ese momento, en ese instante, cuando todos empezamos a crecer, a conocer el punto de partida, cuando supimos de nuestra historia. Venías de la fuente nueva con tu cántaro lleno cuando me tocó el borde de tu falda, más tarde yo me senté recostado en la pared de estuco sobre los guijarros de la calle y soñaba largamente en tu mirada. Te parecerá locura si te digo que aún sigo allí sentado.
Después volaba tras tu senda y tu perfume en las noches nubladas y hoy llegas otra vez, de nuevo estás aquí a contarnos la luz en primavera. 
Pero, ven ya, deja quietos los papeles, la oficina, el hospital, el uniforme, deja tus pulseras, la carga de abalorios, deja la sombra de tu árbol, el arado, la leña, los tubos de acero, el alcohol, las herramientas, deja todo lo que tengas en las manos y ven al primer domingo de mayo, al primer domingo de mayo de Paymogo.

Mira, amor, desde hoy mismo está creciendo el sol sobre la Ermita.


De la Antología HUELVA ES VERSO.









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