DIOSA TIERRA
Hemos estado juntos
en ese anfiteatro natural que formaron tus
piedras
para adornar el paisaje.
En tus vísceras de azufre
nos cruzamos las miradas,
nos detuvimos a comprobar que era allí
a donde nos invitábamos y, sin palabra,
nos rendimos.
Me esperabas, me esperas siempre
allá en tu hígado rojo con presencia de
siglos.
Soy el hombre de pirita con “gosán” o
plata
que te revela los secretos que no sabes
de la vida,
tu alma es una alacena de almíbares,
de arcillas y de colmos,
y te traigo los mensajes que recluto y
selecciono
para esparcirlos en tu alfombra.
Te pisé con el respeto que te debo como
diosa,
miré tus carnes al sol,
tus reservas de sangre
para cuando las necesitaras para
nosotros,
te hice en la mañana las caricias en
fotos.
He captado los rasgos de todas tus
sonrisas,
el piélago es tu mar enrojecido por el
tiempo,
el aire lo racionas con sombra
y tu piel es como un cuaderno de niño
en colores superpuestos
y toda el alma con trazos de esperanza.
Me enamoras,
siento el beso de una diosa calarme los
labios
cada vez que oteas mi pensamiento,
cada siempre, siempre, siempre
que permaneces en la crecida de mi ola
amorosa.
Aniñado y hombrón sé que atiendo por los
costados
un llamador de tierra mujer que me
entiende.
Adelantando al tiempo
Vine a tus entrañas mismas, metiéndome
en tu piedra, en tus regueros de sangre,
en tus mismos ardores,
llegué con toda mi pasión a escribirte,
tierra mujer, -allá en tu agua-,
que te amo.
Ramón Llanes.
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