RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

jueves, 7 de febrero de 2019

SUEÑOS DE LA TIERRA MÍA


SUEÑOS DE LA TIERRA MÍA

 

 

         Soñar lo que ahora escribo solo me ha costado unos pensamientos, ni posición siquiera de dormido ni actitud extraña ni sonámbulo, solo concentración intensa hasta que lo deseado y lo soñado coincidieran en un punto de realidad no inventada. Ha sido fácil porque no he soñado imposibles, más bien he puesto nombre o adjetivo a una retahíla de sentimientos que han permanecido en mi lealtad desde los primeros albores de mi llegada al sentido común y a la inteligencia.

         Mi tierra está en la línea viva de esta especial conspiración contra los horrores del olvido. Ella y yo -y toda la suculencia humana que la distingue-, hacemos cábalas del recitar diario a que nos conduce la insolencia de vivir parejos al derribo, poco a poco, de los medios, los elementos y la identidad sin que alguien fuera de nuestro contexto haya apostado por nuestros sueños. Olvidados pero no vencidos, hasta saber existir sin apenas una mirada de consuelo o apoyo, sin apenas la traída de un gozo a este páramo pleno de riqueza, privilegiado y enhiesto, colmado de lo natural y alcancía de lo espiritual.

         Y los sueños son todos de mina, de ruidos barreneros, de máquinas en estado febril comiéndose los riscos; los sueños son de esperanzas, de filones y galerías cultivando el alma misma de la tierra, de negrura al atardecer en los rostros manchados de los hombres después del tajo, de empujes a las locomotoras, de paseo las tardes de domingo con la tarea hecha; sueños de casino y fútbol, de día del pago y de veladas sofocantes sin prisas para el baile. No son sueños de nostalgia, son sueños de futuro, de renacer, de salir de las listas del paro, de noviazgo y de tesón. Son los sueños de un interminable número de ciudadanos ambiciosos por este pequeño placer de volver a lo nuestro, para abrir y cerrar cada día la cancela del trabajo y que la “baca” ponga  banda sonora a la mina.

         No son sueños imposibles, son deseos controlados por la cordura y la ansiedad; deseos que la tierra mía escribe en su diario como pidiendo la necesidad de un nuevo cuento, deseos al amparo de un mandato constitucional que esta funesta manera de cultivar la tutela a los hombres de aquí, ha olvidado.

 

 
         Ramón Llanes

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