DISTURBIOS EN EL PENSAMIENTO
El tren de las nueve volverá a retrasar su
salida, como casi siempre. El pan llegará tarde. El coche no estará arreglado
hasta el jueves. Aún no han pagado la nómina de enero. “El trápalas” ha sido
absuelto de dos violaciones, veinte robos y un asesinato. Las monjas del
convento de clausura están en huelga de rezos por falta de amor.
Lo
habré soñado, ninguna referencia encuentro en los diarios a estas sordas
incontinencias de desórdenes, lo habré soñado. No recuerdo haberme dormido, no
me permito dormir cuando sueño, nunca me puede el cansancio en tardes de
inspiración. He tenido disturbios en el pensamiento, ¡me ha dolido tanto la
memoria!.
Sigo
despierto, mi hábito de vivir me lo impone e incluso en el hastío sobrevivo
como héroe de mi propia voluntad. No sé por qué me autocondeno y vuelvo a
combinar mi conciencia en adversidades; vuelvo a olvidar, el tramo oscuro, la
pasión que ellos no le imprimen a la tarea de caminar; vuelvo a olvidar que
existen en la insidia quienes no deberían existir, me solapo en el desaire de
un estrado insulso y voy a la cárcel a leer poemas de libertad. Tengo el
pensamiento para un reciclaje pero ando perdido en mi contrato de temporalidad
con esta vida y me siento incapaz de buscarle un título honroso a mis deseos.
No
estoy triste, la tristeza es otra cosa; la tristeza es una pus sin palabras; mi
pensamiento es una constante de insomnio, un simple vacío sin el comodín del
verso. Salir de esto me cuesta un guiño, solo un guiño de reserva, un acicate
de lindura que me sostenga en el aire una eternidad y vuelva a ser capaz de
existir, pensar y moverme a tres palmos del suelo donde la incomodidad que me
producen los quistes de la tierra no me afecten a la pureza de mi pensamiento y
se seccionen los disturbios.
Cuando
no vuelva a dormirme volveré a
encontrarme soñando con quien me llame para leerme un poema al atardecer o me
susurre un “te quiero” en modo de amor. O me pida las manos para una caricia.
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