RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

sábado, 22 de abril de 2017

POEMA DE ABRIL

 

POEMA DE ABRIL.
(Dedicado a los habitantes egregios de Puebla de Guzmán)

En tardes de acequias, al agua huele
la parsimonia, pasan potros enloquecidos,
juega el pueblo al interiorismo,
a tenerse más en su cuidado.
Era no más que abril, amigo;
una tronada mansa asusta sin remilgos
los sitios de los corderos
y acalma a la yegua que va de luto pardo,
entre perejiles y avutardas el mesto
arranca quejíos de lechuzas.
En el otro lado de la tarde
los zánganos pierden vuelo de flores,
la mar se oye con el viento,
los riscos preguntan comidillas
y relampaguea el ermitaño una oración
sin término.
No son dos tardes, amigo,
solo la primera avanza,
la segunda es invitada eterna de la Puebla.
En serpas de cristal se adoquinan
serones a la usanza, se rumian cuentos
los caballos, se bostezan los hombres
cosas de sociedad; y es tarde, amigo,
no se persiguen duelas de nocturno
ni se tiene vocación de sereno.
Era también abril en los libros,
en los almanaques amarillentos
y en las cuadras;
y abril en los mesones y calvarios,
en las ropas del viejo,
en los arrastres de las miserias,
que vienen y se quedan.
Para no variar, huele a molde de rosa
aceitado y gris
y hasta la última calleja
manda beatas a la misa,
para rezar por todos y por lo que se tiene.
Afuera se nota el humo
y ningún azorín remueve prosas
que sorteen súplicas de Peña.
Buena es la pendonía y bueno el gozo,
para quien se entierre en promesas
mientras el año le da mulos y parabienes;
luego, cansancio bendito y repeluzcos.
Para después se guardan las razones
y los versos con herraduras
de camino a trocha
y de trocha a vereda.
Era abril, amigo,
no cabían todos los ciclos
en un poema.


Ramón Llanes

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