DIÁLOGO DE BORRACHOS -Echa otra copa, compadre, que la noche es larga. -Déjate de más copas, compadre, canta un fandango y que suene la guitarra. Que traiga la música el son de las cosas que hacen que sea siempre la vida una esperanza. Tócame por medio, rasguea, canta, echa tu voz a este aire, que estamos en la mina, y la mina necesita el “quejío” de los hombres de raza; alegra con tu acento a la tierra querida que tanto nos ampara, cántale al barrenero, al capataz o al guarda, cántame tus penas, compadre, cántame aquellas canciones como tú sabes cantarlas. Anda, compadre, revienta y canta que el cante es la única paz que podemos poner los pobres a esta maldita miseria que nos rompe el alma; cántale a la luna, a ver si la luna puede hacer que entierren las armas esos mercachifles golfos que invaden con sus soberbias nuestras tierras tan amadas. Cántale, compadre, como tú sabes, ¡con rabia!, como si estuvieras denunciando a quienes no respetan los sueños de los niños que por este mundo tristes andan; y canta por aquellos que se fueron a los sitios tan lejanos de las nubes solitarias y se rompieron a trizas las manos y las agallas y dejaron en el mundo una agonía de sueños maligna como el olvido y eterna como las aguas. -Echa otra copa, compadre, y que suene la guitarra. Ramón Llanes.
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